Un blanco fácil (2023)

“Un Blanco Fácil” es un thriller político profundamente conmovedor que no solo narra una historia real de valentía y denuncia, sino que lo hace con una precisión y un rigor que elevan la película por encima de la simple narrativa de denuncia. La película, dirigida por Mahamat-Saleh Harraz, se centra en la figura de Maureen Kearney, interpretada magistralmente por Jodie Foster, una representante sindical que, contra todo pronóstico, se enfrenta a una maquinaria gubernamental y empresarial implacable para exponer un escándalo de consecuencias enormes. La película no es un bombardeo de información técnica, sino una exploración sutil y escalofriante del poder, la corrupción y el sacrificio personal.

Foster, en un papel que le sienta como el propio traje, ofrece una interpretación absolutamente convincente. Su Maureen no es una heroína idealizada, sino una mujer compleja y vulnerable, marcada por el miedo y la desesperación, pero también por una determinación férrea. La actuación de Foster es un verdadero punto de apoyo emocional en la película, transmitiendo la presión constante que siente y la soledad que experimenta al enfrentarse a fuerzas tan poderosas. Sin embargo, la película no se queda en la interpretación individual de Foster; el reparto secundario, especialmente la interpretación de Jean-Pierre Leaud como el ministro Maurice Leray, es igualmente fuerte, y contribuye a crear una atmósfera de tensión y desconfianza palpable.

El guion, adaptado de las memorias de Maureen Kearney, es sorprendentemente conciso y efectivo. La dirección de Harraz sabe mantener el ritmo con una mesura impresionante, evitando los clichés del género thriller político. La película se centra en la psicología de Maureen, en su lucha interna por mantener la integridad frente a la amenaza constante. Los flashbacks a su pasado, a su vida familiar, nos ayudan a comprender mejor su motivación y la importancia de su lucha. Sin embargo, la película no se pierde en sentimentalismos excesivos; la representación de los excesos y las intenciones ocultas del poder son impactantes, pero se presentan con una distancia que permite al espectador formarse su propia opinión. La película no busca juzgar, sino mostrar la brutalidad del sistema y las consecuencias humanas de la corrupción.

Visualmente, “Un Blanco Fácil” es una película elegante y minimalista. La paleta de colores es sobria, con predominio de tonos grises y blancos, lo que refuerza la sensación de frialdad y desolación. La fotografía, aunque discreta, es funcional y efectiva, y contribuye a crear una atmósfera opresiva y claustrofóbica. La película, ambientada en Francia, utiliza un espacio urbano frío y desolador, que refleja el estado emocional de Maureen y la corrupción que la rodea. La dirección artística, en conjunto, es impecable y consciente.

En definitiva, "Un Blanco Fácil" es una película importante, no solo por la historia que cuenta, sino por la forma en que la cuenta. Es una reflexión sobre el poder, la ética y el valor de la integridad. Una historia que nos recuerda que, a veces, la valentía reside en el silencio y la perseverancia. Es una película que te hace pensar y te deja con un sabor amargo de frustración y esperanza al mismo tiempo.

Nota: 8/10