Un buen doctor (2019)

“Un buen doctor” no es una película que te deje con un mensaje grandilocuente ni una reflexión profunda sobre la condición humana. Es, en cambio, un pequeño drama coreánico que nos entrega una dosis de calidez inesperada en estas fechas, con un toque de humor sutil y una atmósfera acogedora que te atrapa desde el primer momento. La película, dirigida por Lee Taksang, logra precisamente eso: construir un espacio de empatía y conexión, centrándose en la humanidad de sus personajes y en la importancia de la ayuda mutua.

La historia, aparentemente sencilla, se basa en la situación de Serge, un médico de urgencias aquejado de un dolor de espalda que le impide trabajar. Su único salvavidas es un repartidor de pizza, Doong-soo, quien, por pura suerte, se ve obligado a asumir el cargo del médico. La premisa es, en sí misma, intrigante y funciona sorprendentemente bien. La película se centra en cómo ambos personajes, completamente ajenos al otro, se adaptan a la nueva y vertiginosa situación, y cómo, a través de esa necesidad compartida de ayudar a los demás, comienzan a desarrollar una relación inesperada.

La dirección de Lee Taksang es precisa y contemplativa. No hay grandes desplomes de acción ni efectos especiales, pero sí una atención meticulosa a los detalles y a la construcción de la escena. El uso de la luz, en particular, es fundamental para crear una atmósfera cálida y acogedora. La película se mueve a un ritmo pausado, permitiendo al espectador conectar con los personajes y sentir la tensión en cada interacción. Los planos son generalmente amplios, mostrando el entorno y los personajes en su contexto, lo que refuerza la sensación de cercanía y autenticidad.

Las actuaciones son excepcionales. Choi Woo-shick, como Serge, ofrece una interpretación sutil y matizada. Su personaje es un hombre taciturno, un poco deshumano, pero con una profunda sensibilidad que se revela a lo largo de la película. Su evolución, a medida que se ve obligado a conectar con Doong-soo y a ayudar a los pacientes, es creíble y conmovedora. Y Jung Seong-kyun, como Doong-soo, aporta un toque de humor y ternura al personaje. Es un hombre sencillo y trabajador, que se siente abrumado por la situación, pero que también demuestra una gran humanidad y un sentido de responsabilidad. La química entre ambos actores es palpable y fundamental para el éxito de la película.

El guion, escrito por Kim Ho-jin y Park Gye-min, es inteligente y evita las trampas del melodrama. No hay momentos exagerados ni sentimentalismos gratuitos. La película se centra en los pequeños detalles, en las conversaciones cotidianas, en las pequeñas acciones de bondad y solidaridad. Se plantea la pregunta de qué significa ser un "buen doctor" y cómo se puede ejercer esa profesión más allá de los conocimientos médicos. La película no ofrece respuestas fáciles, pero sí invita a la reflexión sobre la importancia de la empatía, la compasión y el valor de la conexión humana. Es un recordatorio de que a veces, las acciones más importantes no requieren conocimientos especializados, sino simplemente un poco de ayuda y una actitud generosa.

Nota: 7.5/10