Un canguro superduro (2005)

“Un canguro superduro” (2023) es, en su esencia, una película que se define por el contraste. Por un lado, tenemos a Shane, interpretado con una solidez física y emocional por John Boyega, un Navy Seal que ha visto la guerra y que se ve repentinamente arrojado al torbellino de la crianza y la protección. Por otro, tenemos un escenario de acción explosivo y un antagonista implacable que amenaza con desatar el caos. La película, dirigida por Jake Roberts, logra equilibrar estos dos polos con una torpeza que, irónicamente, es también su principal falla.

Roberts construye una película de acción visceral y visualmente atractiva. Las secuencias de acción, coreografiadas con precisión y utilizando efectos especiales decentes, son estimulantes y ofrecen una sensación tangible de peligro. Sin embargo, el ritmo se siente a veces apresurado, sacrificando el desarrollo de la trama en favor de una avalancha de explosiones y persecuciones. No obstante, esta aparente prisa es, en parte, una consecuencia del guion, que se basa en un premisa algo cliché y no profundiza lo suficiente en las motivaciones del villano o en el pasado de Shane. El personaje de la científica, aunque presentados como una figura clave para la trama, se siente meramente un vehículo para avanzar la historia, careciendo de un tratamiento más elaborado.

La actuación de John Boyega es, sin duda, uno de los puntos fuertes de la película. Muestra una habilidad admirable para transmitir la fisura emocional de un hombre acostumbrado a la violencia que se encuentra inesperadamente enfrentando la responsabilidad de proteger a unos niños. Su interpretación es convincente y le otorga al personaje una humanidad que contrasta con el entorno explosivo en el que se mueve. Los hermanos, interpretados por un elenco de jóvenes prometedores, aportan momentos de ternura y humor, mitigando, en cierta medida, la tensión general. A pesar del esfuerzo, las actuaciones de los niños no logran elevarse por encima de lo que se espera en este tipo de película.

La dirección de Roberts no es grandiosa, pero sí competente. Se centra en crear una atmósfera de peligro inminente, utilizando la luz y la sombra para generar tensión. No obstante, la película carece de una identidad visual distintiva; a menudo se siente como una recopilación de clichés del género de acción, con elementos que recuerdan a otras películas similares. El guion, como ya se ha mencionado, es la mayor debilidad. Depende demasiado de la acción y del suspense, dejando de lado la construcción de personajes sólidos y una trama con mayor sustancia. Se siente como una película que podría haber sido mucho más si hubiera apostado por la complejidad y la reflexión.

Nota:** 6/10