“Un Ciudadano Ejemplar” (A Citizen Kane) de Orson Welles no es solo una película; es un artefacto cultural, una anomalía cinematográfica que ha resistido el paso del tiempo con una fuerza y una relevancia que pocos filmes pueden igualar. Después de décadas de visionarla, debo decir que, a pesar de mi fascinación constante, la película sigue siendo una experiencia tremendamente personal, una invitación a la reflexión sobre el poder, la corrupción y la naturaleza destructiva de la ambición.
La dirección de Welles es, por supuesto, monumental. La película, filmada en 1941, exhibe una audaz experimentación técnica que, para su época, era revolucionaria. El uso innovador del primer plano, la profundidad de campo, el montaje complejo y la manipulación del tiempo narrativo no solo resultan visualmente impresionantes, sino que también son herramientas narrativas esenciales para construir la inmensa complejidad de la historia de Charles Foster Kane. Welles no se limita a contar la historia, la *vuela* con una maestría técnica que continúa asombrando. La fotografía de Gregg Toland es, sin duda, un pilar fundamental, con tonos oscuros y contrastados que reflejan el ambiente moralmente corrupto de la narrativa.
La actuación de Orson Welles como Kane es simplemente magistral. No se trata de un personaje heroico o simpático; es un hombre profundamente fallido, un producto de su pasado y de las circunstancias que lo moldean. La ambigüedad moral de Kane lo hace fascinante y, a la vez, profundamente perturbador. La película se construye en gran medida a través de los recuerdos de sus ex-relaciones, sus colegas y asistentes, cada uno de los cuales ofrece una perspectiva diferente de su vida y su personalidad. La dirección de actores es impecable, capturando la sutileza de las emociones y las motivaciones de cada personaje.
El guion, adaptado de la novela de Edwin O. Reeky, es una obra maestra de la concisión y la simbolización. La famosa última frase de la película, "Rosebud", no es simplemente una pista para el espectador, sino una metáfora de la pérdida de la inocencia y la pérdida de una parte esencial del ser. La película se centra en la búsqueda de un misterio, pero al mismo tiempo, explora temas universales como la traición, la ambición desmedida, el poder corruptor de la riqueza y la dificultad de escapar del pasado. El guion es intrincado y la forma en que se revelan las capas de la vida de Kane es meticulosa y sugerente.
A pesar de su innovadora técnica y sus brillantes interpretaciones, “Un Ciudadano Ejemplar” no está exenta de posibles críticas. Algunos podrían argumentar que la película es demasiado densa, demasiado compleja y que, en el fondo, es una historia triste sobre la pérdida y la desesperación. Sin embargo, creo que estos puntos de vista no disminuyen su valor como una obra maestra del cine. Es una película que exige una vista atenta y una mente abierta, y que ofrece recompensas intelectuales y emocionales a cambio.
Nota: 9.5/10