“Un espía super guay (Leonard Part 6)” es una película que, siendo la sexta entrega de una saga que ya se siente un tanto agotada, ofrece una experiencia de cine peculiar y, en cierto modo, entrañable. Bill Cosby, que ha encontrado un nicho particular en el género de espías, regresa como Leonard Parker, el ex-agente de la CIA convertido en detective privado, quien, inevitablemente, se ve envuelto en una conspiración global que amenaza con desestabilizar el mundo. La premisa, como suele ocurrir en estas entregas, es bastante exagerada y llena de giros inesperados, pero la película no busca tomarse en serio su propia locura.
La dirección de David E. Miller es pragmática, casi documental en su forma de capturar la acción. No se preocupa por efectos especiales grandilocuentes, sino por crear una sensación de inmediatez y tensión a través de una puesta en escena directa y, a veces, un tanto tosca. Las escenas de acción son, precisamente, lo que mejor funciona: la película se centra en el combate cuerpo a cuerpo, en la investigación y en el ingenio de Leonard, en lugar de recurrir a explosiones y persecuciones de alta velocidad. La cinematografía, con tonos ligeramente apagados, contribuye a esa atmósfera de "realidad" que intenta transmitir la película, aunque a veces se siente un poco artificiosa.
Bill Cosby, por su parte, ofrece una actuación convincente, si bien es cierto que su interpretación de Leonard es una caricatura del espía sofisticado. No intenta imitar a James Bond ni a ningún otro héroe de acción. Su Leonard es un hombre mayor, cansado, con un sentido del humor mordaz y una actitud un tanto cínica. El atractivo de Cosby reside en su naturalidad y en su capacidad para generar empatía en el espectador, incluso cuando sus acciones parecen absurdas. Las secundarias actuaciones son, en general, aceptables, aunque algunos personajes son bastante unidimensionales. Sin embargo, hay ciertas actuaciones que sobresalen, aportando un relieve inesperado a la trama.
El guion, sin embargo, es donde la película realmente se desmorona. Se siente forzado y previsible, plagado de clichés del género y de diálogos torpes. La trama, que inicialmente presenta un potencial interesante, se complica a medida que avanza, introduciendo demasiados personajes y subtramas que terminan por confundir al espectador. El ritmo es irregular, alternando momentos de tensión con largos interludios de diálogo expositivo. Si bien se intenta mantener el misterio hasta el final, la abundancia de información y la falta de desarrollo de algunos personajes dificultan la inmersión en la historia. La película, a pesar de sus intenciones cómicas, a menudo se siente pesada y carente de sustancia.
En definitiva, “Un espía super guay (Leonard Part 6)” es una película que ofrece un entretenimiento ligero y sin pretensiones. No es una obra maestra del cine de espías, ni mucho menos, pero puede ser una opción decente para aquellos que buscan una escapada cinematográfica sin demasiadas exigencias. Su valor reside en la figura carismática de Bill Cosby y en su capacidad para generar una atmósfera particular, aunque el guion sea su mayor debilidad.
Nota: 6/10
