Un fabuloso bribón (1967)

“Un fabuloso bribón” (The Hustler, 1961), dirigida por Robert Rossen, no es simplemente una comedia de enredos; es un estudio sutil y profundamente humano sobre la ambición, la identidad y la búsqueda de una razón para seguir adelante en la vejez. La película, a menudo relegada a la categoría de “clásico del cine”, merece una reevaluación por su dirección magistral, sus actuaciones impecables y su guion que, a primera vista, sencillo, revela capas de complejidad psicológica.

Robert Rossen, con su habitual paciencia narrativa, construye una atmósfera densa y verosímil en el submundo de Las Vegas de los años 60. La película no glorifica la vida de los tramposos; la retrata con una crudeza y una honestidad sorprendentes. La fotografía en blanco y negro de Archie Stout logra capturar la dureza del entorno, la humedad que se siente en las calles y el brillo artificial de los casinos, creando un contraste visual impactante que refuerza el mensaje de la película: la belleza y el peligro se entrelazan. La dirección es particularmente efectiva en las escenas de apuestas, donde el montaje, la luz y el sonido se combinan para generar una tensión palpable.

La actuación de George C. Scott como Eddie Apple es, en mi opinión, el corazón de la película. Scott, en un papel que claramente lo define, no se limita a interpretar a un ladrón. Demuestra una vulnerabilidad y una fragilidad que contrastan fuertemente con la fachada de despreocupación del personaje. La comedia emerge de su actitud, pero también de una profunda insatisfacción con su vida. Su interpretación es sutilmente matizada, revelando la lucha interna de un hombre que, a pesar de su oficio, anhela algo más. La química entre Scott y Martin Balsam, quien interpreta al astuto y ambicioso Mickey Bookman, es excelente. Balsam ofrece una contraparte en la que Eddie, por extraño que parezca, se ve a sí mismo a través de sus ojos.

El guion, adaptado de un artículo de David Callahan, se centra en la relación improbable entre dos hombres de diferentes generaciones y orígenes. La narrativa se construye lentamente, a través de conversaciones y pequeñas escenas que revelan gradualmente las motivaciones y las aspiraciones de los personajes. La película explora temas de identidad, ambición, y la búsqueda de un propósito, pero lo hace con una sensibilidad y una inteligencia que superan la simple comedia de enredos. La historia de Eddie es, en última instancia, la de un hombre que se enfrenta a la realidad de su edad y sus limitaciones, y que busca, a pesar de todo, una forma de dejar su huella en el mundo. Aunque la trama principal es lineal, Rossen inserta momentos de humor inteligente y observaciones sobre la sociedad estadounidense de la época, sin perder el rigor dramático.

La película no pretende ofrecer soluciones fáciles ni juicios morales simplistas. En lugar de ello, presenta una visión compleja y matizada de los personajes, dejando al espectador la tarea de reflexionar sobre las decisiones que toman y las consecuencias que enfrentan. “Un fabuloso bribón” es, en definitiva, una joya del cine clásico que continúa resonando con el público de hoy, no solo por su comedia, sino por su profunda exploración de la condición humana.

Nota: 9/10