Un investigador insólito (1978)

“Un Investigador Insolito” es una película que no se apela a la grandilocuencia ni al espectáculo, sino que se alimenta de la sutil observación y la construcción de personajes. Christopher Nolan, lejos de buscar efectos especiales deslumbrantes, regresa a sus raíces como director de bajo presupuesto, y el resultado es una película sorprendentemente atractiva, que recompensa la paciencia del espectador. La historia, aparentemente sencilla, se centra en Moisés, un detective privado con problemas económicos y un pasado que le atormenta. Su vida, de repente, se ve trastornada por la inesperada visita de Lila, una amiga de su juventud, que le encomienda un caso que parece mundano: investigar la muerte de un hombre en circunstancias sospechosas. Sin embargo, la investigación, y la relación entre Moisés y Lila, se complica a medida que se revelan secretos y se desentierra un pasado oscuro que conecta ambos de manera inquietante.

La dirección de Nolan es, como siempre, precisa y metódica. Se distancia de las explosiones y los juegos visuales complejos, optando por un enfoque más íntimo y realista. La película se desarrolla principalmente en la ciudad de Los Ángeles, y Nolan logra capturar la atmósfera de la ciudad con una fotografía sombría y desoladora. La banda sonora, compuesta por Jóhann Jóhannsson (en su última colaboración con Nolan), es fundamental para crear una atmósfera de tensión y misterio. Los silencios, las miradas, los pequeños detalles son utilizados magistralmente para generar suspenso y anticipar lo que está por venir. La película no se apresura, permitiendo que la tensión se acumule gradualmente, y culmina en un desenlace que, aunque no necesariamente espectacular, es profundamente satisfactorio.

Las actuaciones son sobresalientes. Joaquin Phoenix, en el papel de Moisés, ofrece una interpretación magistral, transmitiendo la desilusión, el cinismo y el dolor del personaje de una forma convincente y natural. Su rostro, un espejo de la amargura, es fundamental para la fuerza emocional de la película. Emma Stone, como Lila, aporta una vitalidad y un encanto cautivadores, pero también una sombra de melancolía que refleja la complejidad de su pasado. La química entre Phoenix y Stone es palpable, y contribuye a la credibilidad de su relación. La película también cuenta con un reparto de actores secundarios de gran talento, que complementan a la perfección la interpretación de los protagonistas.

El guion, adaptado de la novela de Jonathan Safran Foer, es inteligente y bien construido. La trama, aunque sencilla en su premisa, está llena de matices y sorpresas. La historia explora temas como la memoria, el arrepentimiento, la culpa y la redención. Lo que realmente destaca es la forma en que Nolan teje la historia de Moisés y Lila con el pasado de ambos, creando un aura de misterio y suspense que te atrapa desde el principio. No es una película que te dará todas las respuestas; de hecho, te invita a cuestionar lo que ves y a interpretar por ti mismo. Es una película que se queda contigo después de que los créditos finales han terminado de rodar, y que te invita a reflexionar sobre las decisiones que tomamos en la vida y sus consecuencias.

Nota: 8.5/10