Un lugar para soñar (2011)

“Un lugar para soñar” (Where the Crawdads Sing) es una película que, aunque no llega a alcanzar la magnitud de un clásico instantáneo, logra cautivar por su atmósfera, su protagonista y una historia que evoca un sentimiento de anhelo por un pasado perdido y por la conexión con la naturaleza. La película, adaptada de la novela homónima de Delia Owens, nos presenta a Benjamin Mee (Matt Damon), un hombre que, tras la inesperada muerte de su esposa, decide arriesgarlo todo para construir una nueva vida, encontrando su destino en un antiguo zoológico al que se le ha otorgado la responsabilidad de devolverle a la vida. La premisa, ya de por sí interesante, es la base perfecta para un drama familiar y una exploración del alma humana.

Damon ofrece una actuación sólida y convincente como Benjamin Mee. Captura a la perfección la fragilidad y la determinación del personaje, mostrando sus dudas y sus miedos, pero también su persistencia y su genuina preocupación por sus hijos. Scarlett Johansson, en el papel de Kelly Foster, la guardiana del zoológico, se presenta como una figura compleja y llena de matices. No es una heroína tradicional, sino una mujer marcada por las dificultades y el pasado, que lucha por mantener viva una institución en peligro de extinción. Su relación con Benjamin, que evoluciona de la hostilidad inicial a un respeto mutuo y una posible conexión, es uno de los puntos fuertes de la película.

El guion, adaptado por Taylor Sheridan, se centra en la reconstrucción del zoológico, pero también se adentra en la historia personal de los personajes. La película explora temas como el aislamiento, la soledad, la pérdida y la búsqueda de identidad. La dirección de arte es impecable, creando un ambiente rural idílico y evocador, donde la naturaleza se convierte en un personaje más. Los paisajes son hermosos y se integran perfectamente en la narrativa. Sin embargo, el ritmo de la película podría haberse beneficiado de una mayor precisión en algunas escenas, y algunos elementos de la trama, especialmente aquellos relacionados con la investigación criminal, se sienten un tanto apresurados.

El aspecto más memorable de la película reside en la conexión que se establece entre Benjamin y la naturaleza, y en la forma en que esta relación le permite encontrar un nuevo propósito en la vida. La película, aunque a veces se curva un poco hacia lo sentimental, logra transmitir un mensaje sobre la importancia de respetar el medio ambiente y de valorar las relaciones humanas. Es una historia que, en definitiva, nos recuerda que, a veces, los sueños más valiosos son aquellos que se construyen con esfuerzo, con perseverancia y con la ayuda de las personas que más queremos. “Un lugar para soñar” no es una película que te dejará sin aliento, pero sí te acompañará con una melancólica y hermosa reflexión.

Nota: 7/10