Un mal hijo (1980)

(FR) · Drama · 1h 50m

Póster de Un mal hijo
Media
7.6 /10

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Disponible en

Dónde ver Un mal hijo

La película Un mal hijo está disponible para ver online a través de las plataformas de streaming: Netflix, Netflix Standard With Ads. Consulta a continuación dónde puedes verla directamente.

Sinopsis

El francés Bruno Calgagni (Patrick Dewaere) ha sido encarcelado en los Estados Unidos por tráfico de drogas. Tras ser puesto en libertad, regresa a su país y busca un trabajo decente con la esperanza de empezar una nueva vida. Se aloja en casa de su padre (Yves Robert), un hombre amargado que le echa la culpa de la muerte de su madre, que, al parecer, no pudo soportar el dolor de que su hijo acabara en la cárcel.

Ficha de la película

Título original

Un mauvais fils


Estreno


Géneros

Idioma original

FR


Dirección

Guionista

Roland Girard, Alain Sarde


Reparto principal de Un mal hijo

Actores y actrices destacados que dan vida a la historia en Un mal hijo.

Críticas de la película

Opiniones reales de usuarios que han visto Un mal hijo. Consulta sus valoraciones y comentarios.

Silvia Peña
⭐⭐⭐⭐⭐⭐⭐⭐ (8.0/10)

“Un mal hijo” (originalmente “Un mauvais fils”) es un melodrama francés de 1977 que, a primera vista, podría parecer una simple historia de padre e hijo en crisis. Sin embargo, la película de Bruno Corredor ofrece mucho más que una narrativa familiar; es un retrato visceral y desolador de la culpa, el rechazo y el peso del pasado que se aferra a la presente. La película se siente como un recordatorio constante de la manera en que nuestras acciones, o la falta de ellas, pueden dejar cicatrices profundas, no solo en nosotros mismos, sino también en las personas que más queremos.

La dirección de Corredor es sutil pero poderosa. Evita los grandilocuentes momentos de confrontación dramática, optando por una fotografía en blanco y negro que imita la frialdad y el aislamiento del protagonista, Bruno. La iluminación, sombría y casi siempre cenital, contribuye a la atmósfera opresiva y refleja el estado anímico de Bruno, atrapado en un ciclo de autodestrucción. No hay melodrama en el sentido tradicional; la tensión surge de la silenciosa incomunicación entre Bruno y su padre, Georges (Yves Robert), un hombre consumido por el resentimiento y el dolor, quien ve en el hijo un reflejo de sus propias fallas y del evento que lo marcó: la muerte de su esposa, ocurrida tras el encarcelamiento de Bruno. La cámara no interviene constantemente, permitiendo que el espectador se sumerja en el momento, en la incomodidad del encuentro. Es un acercamiento a la realidad, no a la dramatización.

La actuación de Patrick Dewaere como Bruno es, sin duda, el corazón de la película. Dewaere, un actor conocido por sus interpretaciones intensas, ofrece una actuación excepcionalmente conmovedora. Su Bruno no es un villano, ni un héroe. Es un hombre roto, consumido por la culpa y incapaz de romper con el ciclo de autodestrucción. Su mirada, a menudo vacía o sombría, expresa más que cualquier diálogo. Yves Robert, como el padre, realiza una actuación igualmente poderosa, encarnando la amargura y la frustración con una sutileza inquietante. No es un villano caricaturesco, sino un hombre que ha perdido la fe y la esperanza, su dolor manifestado en un rechazo frío pero implacable. La relación entre ambos personajes no se basa en un diálogo superficial; la comunicación se basa en miradas, gestos y la palpable incomunicación.

El guion, adaptado de la novela de Pierre Bourdieu, es notable por su economía. No hay explicaciones excesivas ni redoblamientos de la historia del encarcelamiento de Bruno. La película se centra en el presente, en la dinámica entre el padre y el hijo. El misterio que rodea a la muerte de la madre se mantiene oscuro, pero la película sugiere que esta tragedia está íntimamente ligada a la decisión de Bruno de llevar una vida que, según su padre, le causó un inmenso dolor. La película no ofrece respuestas fáciles, sino que invita a la reflexión sobre el peso de las decisiones y las consecuencias de las acciones. Es una obra que se queda con el espectador mucho después de que los créditos finales han comenzado a rodar. Es, en definitiva, una película sobre la incomunicación, el pasado que nos persigue y la dificultad de escapar de nuestro propio destino.

Nota: 8/10

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