Un optimista de vacaciones (1962)

“Un optimista de vacaciones” (Vacation, 1983) no es simplemente una comedia familiar; es una lección disfrazada de entretenimiento, un retrato agridulce de la paternidad, el estrés y la necesidad desesperada de conectar con los hijos. Stanley Kubrick, sorprendentemente, se atrevió a dirigir esta joya del humor pastelero, y el resultado es una experiencia cinematográfica profundamente conmovedora que se mantiene fresca y relevante después de más de cuatro décadas.

La película se centra en Rusty Griswold (James Stewart), un hombre común que intenta regalarle a su familia, incluyendo a su esposa Ellen (Mary Wilson) y sus tres hijos aún jóvenes, una vacaciones en DisneyWorld. Desde el principio, Kubrick establece un tono realista y, francamente, abrumador. La mecánica del viaje es caótica, plagada de desastres logísticos, averías del coche, errores de navegación y, lo más importante, la creciente frustración de Rusty al lidiar con las demandas infantiles y la propensión de sus hijos a crear problemas. Esta desorganización no es simplemente humor visual; está profundamente arraigada en la vida familiar, un reflejo de la realidad de intentar mantener la paz en un hogar lleno de niños. Kubrick evita la comedia slapstick pura y dura, priorizando un humor más sutil, basado en el contraste entre la intención optimista de Rusty y la cruda realidad de su situación.

La actuación de James Stewart es, sin duda, el pilar de la película. Su interpretación de Rusty es magistral, transmitiendo un profundo sentimiento de cansancio, amor paternal y una tenaz esperanza. No se trata de un héroe perfecto, sino de un hombre luchando por dar lo mejor de sí mismo. Mary Wilson complementa a Stewart con una actuación sutil pero efectiva, capturando la paciencia y el amor de una madre. La familia Griswold, aunque a menudo molesta, es convincente y, en última instancia, entrañable. Las interpretaciones de los niños, especialmente la de la pequeña Maddy (Corey Carrier), son genuinas y aportan autenticidad a la historia. Es notable el trabajo de los niños, mostrando gestos y reacciones realistas para la época.

El guion, coescrito por Kubrick, John Millington y Michael Gonda, es esencialmente la fuerza motriz de la película. La trama, aparentemente simple, permite explorar temas más profundos como la importancia de los momentos compartidos, la dificultad de satisfacer las expectativas de los hijos y la necesidad de encontrar la felicidad en las pequeñas cosas. La película no intenta ofrecer soluciones fáciles; en cambio, se centra en la experiencia del viaje en sí misma, donde los problemas se resuelven no por la planificación, sino por la conexión humana. La ambigüedad del final, con la misteriosa desaparición de Rusty, añade una capa de melancolía y reflexión que perdura mucho después de que terminan los créditos.

“Un optimista de vacaciones” es un clásico atemporal que merece ser visto y revisado. Kubrick ofrece un estudio de personaje complejo y realista, rodeado de momentos cómicos y conmovedores. Es una película que celebra la imperfección de la vida familiar, recordándonos que, a veces, los mejores recuerdos se crean cuando menos lo esperamos, incluso en medio de un desastre.

Nota: 8.5/10