“Un Oso Rojo” de Daniel Chiprut es una película que se instala en la piel de su protagonista con una persistencia inquietante, un estudio de la masculinidad dañada y la dificultad de romper con un pasado violento. La trama, centrada en el regreso de un criminal encarcelado, no se conforma con un simple thriller criminal, sino que se sumerge en la psicología de un hombre marcado por la pérdida, la culpa y la necesidad desesperada de redención. Chiprut construye una atmósfera densa y opresiva, muy marcada por la oscuridad y el clima húmedo de un Buenos Aires que se revela como un escenario igualmente hostil que el propio protagonista.
La dirección de Chiprut es precisa y deliberada, utilizando planos largos y composiciones cuidadosas que transmiten la soledad y el aislamiento de Oso. La fotografía, con la paleta de colores apagados y la luz que se filtra a través de las ventanas, contribuye a generar esa sensación de desolación. El director maneja el ritmo con maestría, alternando momentos de tensión intensa con pasajes de calma introspectiva, permitiendo al espectador conectar emocionalmente con el personaje. Sin embargo, la película no recae en el melodrama barato, sino que se mantiene en un tono realista y crudo, mostrando las consecuencias de la violencia en la vida de Oso y en las personas que lo rodean.
La actuación de Leonardo Sbaraglia como Oso es, sin duda, el corazón de la película. Sbaraglia logra transmitir la complejidad de un personaje que es a la vez aterrador y compasivo. Su interpretación es visceral, mostrando la amargura, la desesperación y el remordimiento de un hombre que ha perdido todo y que lucha por encontrar un sentido a su existencia. El resto del elenco, incluyendo a Martina Diaz como Güemes, aporta solidez a la historia, pero sin eclipsar la presencia de Sbaraglia.
El guion, aunque no es particularmente innovador en cuanto a la premisa, está bien construido y mantiene al espectador enganchado. Las conversaciones entre los personajes son honestas y reveladoras, mostrando las dificultades de comunicación y las heridas emocionales que han sufrido. La película explora temas como el perdón, la venganza, la responsabilidad y la redención de una forma sutil y reflexiva, sin ofrecer respuestas fáciles o soluciones simplistas. La ambientación urbana, que evoca elementos del cine western, le da una particularidad y un aire de injusticia, como si el protagonista fuera un pistolero atrapado en una ciudad moderna, incapaz de escapar de su pasado.
En definitiva, "Un Oso Rojo" es una película que invita a la reflexión sobre la naturaleza humana y las consecuencias de nuestros actos. No es un entretenimiento ligero, pero ofrece una experiencia cinematográfica valiosa y memorable. Es un retrato complejo y perturbador de un hombre marginado, atrapado en un ciclo de violencia y sufrimiento. Una película que, aunque no siempre agradable de ver, deja una huella duradera.
Nota: 8/10