Un paese quasi perfetto (2016)

“Un Paese Quasi Perfetto” (Un Pueblo Casi Perfecto) es una joya cinematográfica, una película que no solo entretiene sino que te obliga a reflexionar sobre la naturaleza de la comunidad, la ambición y las consecuencias imprevistas de intentar “arreglar” un lugar con soluciones externas. Dirigida por Francesco Piccioni, la película se erige como un estudio psicológico con un barniz rural que la hace irresistible. La historia, aparentemente sencilla, se desparrama en un pequeño pueblo toscano, donde la posibilidad de atraer una fábrica para revitalizar la economía local genera un torbellino de intenciones y decepciones.

La dirección de Piccioni es precisa y sutil. No recurre a la grandilocuencia ni a la exageración, sino que se centra en los detalles, en la microgestión de las emociones y de las relaciones entre los habitantes. La película se construye a base de conversaciones pausadas, miradas significativas y silencios que transmiten más que cualquier diálogo. La fotografía, con su paleta de colores cálidos y terrosos, captura la esencia del paisaje toscano y, al mismo tiempo, evoca un sentimiento de melancolía y nostalgia. El sonido también juega un papel fundamental, con una banda sonora discreta pero efectiva que intensifica las emociones y crea una atmósfera envolvente.

El reparto es excepcional. Alessandro Borghi, en el papel del médico, ofrece una interpretación magistral. Su personaje, inicialmente distante y con una actitud casi paternalista, se va desvelando progresivamente, revelando una profunda soledad y una angustia contenida. Pero no solo Borghi brilla. El resto del elenco – Giancarlo Esposto como el alcalde, Silvio Muotri como el dueño de la fábrica – contribuyen con interpretaciones creíbles y conmovedoras. La película explora magistralmente la psicología individual frente a la presión social, mostrando cómo las ambiciones personales pueden fracturar la cohesión de una comunidad.

El guion, adaptado de un cuento de Dino Buzzati, es inteligente y complejo. La película evita ofrecer respuestas fáciles y plantea preguntas inquietantes sobre el progreso, el sacrificio y la pérdida de identidad. La idea central – que la llegada de una fábrica puede conllevar la destrucción de aquello que hace único a un lugar – es explorada con matices y profundidad. No se trata de una crítica moralizante, sino de una reflexión sobre la dificultad de encontrar el equilibrio entre el deseo de mejorar y la necesidad de preservar la esencia de un lugar. La película tiene un final agridulce que deja al espectador con una sensación de incertidumbre, cuestionando si realmente “arreglar” un pueblo es lo que realmente importa.

“Un Paese Quasi Perfetto” no es un drama convencional. Es una película que te acompaña mucho después de que los créditos finales hayan terminado de rodar. Es una experiencia cinematográfica que te invita a reflexionar sobre el valor de lo simple y sobre la fragilidad de la felicidad. Es un testamento de que la verdadera belleza a menudo se encuentra en la imperfección.

Nota: 8.5/10