“Un pequeño favor” (Little Favor) es una película que, a primera vista, parece una sencilla comedia de suspense. Sin embargo, tras la primera hora, se revela como una intrincada, aunque no siempre del todo exitosa, exploración de las relaciones, los secretos y las pequeñas mentiras que conforman la vida cotidiana. La película, dirigida por Mark Helford, nos sumerge en la peculiaridad de una comunidad pequeña, donde la aparente tranquilidad oculta una red de tensiones y sospechas que se desentrece con un ritmo que, aunque pausado, mantiene la atención del espectador.
La historia, centrada en Stephanie y la desaparición de su amiga Emily, es el punto de partida para una investigación que rápidamente se adentra en territorios psicológicos. La película logra crear una atmósfera de inquietud constante, no a través de sustos baratos, sino mediante la construcción sutil de la duda y el misterio. El guion, a menudo, juega con la ambigüedad, presentando momentos que pueden interpretarse de diferentes maneras y dejando al espectador con preguntas sin respuestas definitivas. Esta estrategia funciona bastante bien, incentivando la reflexión y el debate posterior a la proyección. No obstante, hay algunos momentos en los que el ritmo se ralentiza excesivamente, perdiendo parte de su dinamismo inicial y convirtiendo algunos diálogos en algo repetitivo.
Las interpretaciones son, en general, sólidas. El papel de Kathryn Newton como Stephanie es particularmente convincente. Logra transmitir la vulnerabilidad y la frustración de una mujer que intenta mantener la calma ante una situación cada vez más perturbadora. Su personaje evoluciona a lo largo de la película, mostrando un desarrollo natural y creíble. La actuación de Ann Skelly como Emily es interesante, aunque limitada por la propia naturaleza del personaje, que parece, en su desaparición, ser un catalizador más que un individuo desarrollado. Sin embargo, Tom Wilkinson como Sean, el marido de Emily, ofrece una interpretación llena de matices, expresando la angustia y el conflicto interno de un hombre que se debate entre el amor, la duda y el deber.
Visualmente, la película es cuidada, aunque no destaca como un elemento revolucionario. El uso de colores, la iluminación y la dirección artística contribuyen a crear la atmósfera deseada, pero no aportan nada particularmente memorable. La banda sonora, aunque discreta, refuerza la sensación de inquietud y misterio sin resultar intrusiva. La película también destaca por su capacidad para generar incomodidad en el espectador, no por el terror que evoca, sino por la sensación de que todo es posible, de que los secretos pueden esconderse tras las apariencias más inocentes. Sin embargo, la trama, al final, no alcanza la profundidad que podría haber tenido, quedando en un punto medio que no es del todo satisfactorio. El final, en particular, si bien ofrece una explicación, parece un poco apresurado y simplificado en comparación con el desarrollo previo.
Nota: 6.5/10