Un plan para enamorarse (2011)

“Un plan para enamorarse” es, sorprendentemente, una comedia romántica con un corazón genuino y una base psicológica considerablemente sólida. Dirigida por Matthew Heinman, la película se aferra a un concepto intrigante: una consejera matrimonial, Holly Chambers (interpretada magistralmente por Reese Witherspoon), se enfrenta al caos cuando descubre que sus padres, un matrimonio aparentemente perfecto, están a punto de separarse. La premisa, a primera vista, parece un cliché, pero Heinman la transforma en una exploración sorprendentemente honesta de la dinámica familiar y los errores que cometemos al intentar controlar las relaciones.

Con Witherspoon, la película brilla con una actuación natural y realista. Ella logra transmitir la vulnerabilidad de Holly, una mujer que se dedica a aconsejar a otros sobre el amor y el matrimonio, pero que, paradójicamente, lucha por encontrar la felicidad en su propio matrimonio. La química entre Witherspoon y Adam Scott, quien interpreta al esposo de Holly, Mark, es excelente. Scott ofrece una interpretación sutil pero poderosa, capturando la frustración, la confusión y la impotencia de un hombre que se siente abrumado por las expectativas y la presión de su esposa. La relación entre ambos no se define por la pasión explosiva típica del género, sino por una serie de pequeñas, y a menudo incómodas, conversaciones que revelan las raíces de su conflicto.

El guion, escrito por Jennifer Logann y Jenny Gage, no se limita a la comedia ligera. Aborda con sensibilidad temas como el divorcio, la presión social, la auto-realización y la dificultad de comunicar las propias necesidades. La película plantea preguntas incómodas sobre la noción de “felicidad” y la idea de que las relaciones deben ser perfectas. El ritmo es deliberadamente pausado, permitiendo que la tensión se acumule de forma orgánica. El desarrollo de la trama se centra en la exploración interna de los personajes, en lugar de en eventos dramáticos y espectaculares. Sin embargo, esta lentitud a veces puede sentirse como una ligera torpeza y la comedia, aunque presente, no siempre aterriza con la fuerza que se podría esperar. No obstante, la película se salva gracias al retrato introspectivo de sus protagonistas y a su disposición a confrontar sus propios defectos.

La fotografía de John Shepard contribuye a crear una atmósfera íntima y ligeramente melancólica, reflejando el estado emocional de los personajes. La banda sonora, aunque no dominante, complementa a la perfección las escenas clave y añade una capa adicional de emotividad. En definitiva, "Un plan para enamorarse" es una comedia romántica que, aunque no es la más innovadora del género, ofrece una perspectiva refrescante y un mensaje resonante sobre la complejidad de las relaciones humanas y la importancia de la autenticidad.

Nota: 7/10