Un plan sencillo (1998)

“Un plan sencillo” es una comedia negra con matices sorprendentemente serios que, si bien no alcanza la gloria de sus predeceses en el género, ofrece una experiencia de ver película entretenida y, en ocasiones, inquietante. La película de Mark Cash y Ryan Mershon explora la naturaleza humana cuando se presenta una oportunidad de oro, o más bien, de cuatro millones y medio de dólares. La premisa es tan básica como efectiva, y la ejecución, aunque no revolucionaria, logra mantener el interés del espectador gracias a un ritmo pausado y a la química entre sus protagonistas.

La dirección de Cash y Mershon es sólida, pero discreta. Se concentra en el desarrollo del drama interno de los personajes, evitando la sobreexposición y las soluciones fáciles. El estilo visual es realista y poco recargado, lo que contribuye a la atmósfera de incomodidad que la película busca generar. No hay aspiraciones a ser una obra de arte visualmente impactante; el enfoque está en la narrativa y el desarrollo de la tensión. El uso de la música, aunque no sobresaliente, funciona bien para acentuar las escenas de tensión y el ambiente de incertidumbre.

La columna vertebral de la película son las actuaciones de Paul Walter Hauser, que interpreta a Hank, un empleado de oficina aparentemente anodino pero con una capacidad sorprendente para la planificación y la gestión de riesgos, y Nick Hornsby, quien encarna al amigo más impulsivo y, en cierto modo, impráctico de Hank. Hauser se muestra particularmente convincente, transmitiendo una mezcla de nerviosismo, ambición y, en última instancia, un cierto remordimiento. Hornsby ofrece un contrapunto perfecto, aportando humor y una sensación de inestabilidad a la dinámica del grupo. La película no necesita grandes diálogos para que la tensión entre los personajes se note, y el guion, a pesar de sus momentos de previsibilidad, se beneficia de este recurso. La película no se basa en giros argumentales espectaculares, sino en la observación del comportamiento humano ante la tentación.

Sin embargo, “Un plan sencillo” no es una película perfecta. Algunos de los momentos cómicos se sienten forzados y, en ocasiones, el ritmo se vuelve un poco lento, especialmente en la segunda mitad. El guion, aunque inteligente, repite algunos tropes del género, como la idea del "plan" que evoluciona y se complica de forma inevitable. No obstante, la película logra mantener el interés gracias a su exploración del dilema moral que enfrentan los personajes y a la reflexión sobre la importancia de las pequeñas decisiones que pueden tener consecuencias importantes. Además, el film plantea preguntas interesantes sobre la responsabilidad, la amistad y la naturaleza de la honestidad. Si bien no redefine el género, “Un plan sencillo” es una comedia negra que merece la pena ver por su enfoque honesto y su capacidad para provocar la reflexión en el espectador.

Nota: 7/10