Un pliegue en el tiempo (2018)

“Un Pliegue en el Tiempo” no es una película que se olvida fácilmente. Adaptación de la novela homónima de Madeleine L'Engle, esta historia, ambientada en los años 50, se aferra a una premisa científica compleja y a la inmersión en una atmósfera particular que, si bien tiene su encanto, termina siendo algo desigual en su ejecución. La película, dirigida por Christopher Nolan (un nombre que ha generado una gran expectación), se presenta como un viaje en el tiempo, un rompecabezas temporal que la familia Meredith debe resolver para encontrar al padre desaparecido, un científico excéntrico que parece haber forzado la existencia misma de un agujero en el tiempo. Este concepto, en esencia, es fascinante, pero la película, por desgracia, no explora sus implicaciones con la profundidad que merece.

Nolan, conocido por su dominio de la narrativa visual y el ritmo vertiginoso, opta por un enfoque más contemplativo que sus películas anteriores. La fotografía, magistralmente ejecutada por Hoyte van Hoytema, es el punto fuerte de la película. Los escenarios, que van desde un tranquilo pueblo americano hasta los extraños y oníricos paisajes de otro tiempo, son visualmente impactantes, creando una sensación de irrealidad que resalta la premisa temporal. Sin embargo, este énfasis visual, a veces, funciona a expensas de la trama. Hay momentos en los que la película se pierde en la belleza de las imágenes, descuidando el desarrollo del argumento y la construcción de los personajes.

Las actuaciones son sólidas, aunque no sobresalientes. Emma Watson ofrece una interpretación convincente como Meg, la joven que se siente abrumada por la tragedia y la responsabilidad de liderar la búsqueda. Spencer Pratt, sorprendentemente, aporta una presencia decente a la familia, aunque su papel es limitado. Pero es la química entre Watson y el actor que interpreta a Charles (Austin Stowell) la que proporciona algunos de los momentos más emotivos de la película. No obstante, la película se beneficia de un reparto secundario que ofrece personajes complejos y bien desarrollados.

El guion, el principal punto débil de la película, intenta abordar conceptos complejos sobre el tiempo, la causalidad y la libre voluntad. Si bien la intención es noble, la ejecución es, a menudo, torpe. Las explicaciones científicas se presentan de forma simplificada y, en ocasiones, confusa, lo que dificulta que el espectador comprenda realmente las implicaciones del viaje en el tiempo. Se sacrifican los personajes secundarios y las subtramas para centrarse en el viaje temporal, y esta focalización reduce la profundidad y el interés general de la película. El ritmo es irregular, con momentos de tensión abrupta interrumpidos por secuencias contemplativas que se prolongan innecesariamente.

A pesar de sus defectos, "Un Pliegue en el Tiempo" es una película visualmente impresionante que plantea preguntas interesantes sobre la naturaleza del tiempo y el destino. Pero en última instancia, es una experiencia decepcionante, una promesa incumplada por una dirección previsible y un guion que no consigue conectar plenamente con las emociones del espectador.

Nota: 6/10