Un sol interior (2017)

“Un sol interior” es una película que se aferra a la melancolía y a la búsqueda de la conexión humana, ofreciendo una experiencia cinematográfica íntima y a veces frustrante. Dirigida por Claire Denis, la película se toma su tiempo, lo cual es tanto su fortaleza como su posible debilidad, creando una atmósfera de quietud que invita a la reflexión, pero que también puede resultar en un ritmo pausado que no apela a todos los públicos. La película se nutre de la prosa fragmentada y poética de Roland Barthès, adaptando su novela “Fragmentos de un discurso amoroso” de manera deliberadamente no lineal, visual y sensorialmente rica.

La dirección de Claire Denis es, sin duda, el punto fuerte de la película. Denis se sumerge en la mente de Isabelle (Valérie Bécquer), una artista atormentada que vive en un entorno rural de Francia. La película no se preocupa por narrar una trama convencional. En cambio, se centra en la percepción de Isabelle, en sus deseos, sus frustraciones y sus encuentros fugaces con hombres que ofrecen una promesa de conexión que nunca se materializa. Denis utiliza tomas largas, planos detalle y una paleta de colores desaturados para transmitir la sensación de aislamiento y la búsqueda constante de algo inalcanzable. La música, omnipresente y evocadora, amplifica la atmósfera onírica y la introspección del personaje. Los silencios son tan importantes como los diálogos, y en ellos reside el corazón de la experiencia cinematográfica. Hay una sutil pero palpable tensión que surge de la incomunicación entre los personajes y la imposibilidad de encontrar una resonancia emocional plena.

Valérie Bécquer ofrece una actuación magistral. Su interpretación de Isabelle es profunda y convincente, transmitiendo con sutileza la complejidad de su personaje. Su mirada, a menudo vacía o perdida, es capaz de comunicar una multitud de emociones: anhelo, decepción, soledad, y una extraña esperanza. La película se beneficia enormemente de la química entre Bécquer y los actores que la acompañan, especialmente Bruno Madriguera, que interpreta a un hombre que se acerca a Isabelle con una ternura y una vulnerabilidad que se ven interrumpidos por la dificultad inherente a su propia vida. Las actuaciones secundarias, aunque modestas en su protagonismo, son cuidadosamente calibradas para complementar y enriquecer la experiencia principal.

El guion, adaptado de la novela, es intrincado y a veces confuso. La estructura fragmentada, aunque deliberada, puede resultar difícil de seguir para aquellos que esperan una narrativa lineal. La película se basa en la sugerencia y la atmósfera, dejando mucho a la interpretación del espectador. No obstante, la fidelidad a la obra original de Barthès se aprecia en la exploración de la naturaleza esquiva del amor, la naturaleza efímera de las conexiones humanas y la dificultad de expresar verdaderamente lo que sentimos. Se trata de una película que no intenta resolver preguntas sino que las plantea, invitando a la reflexión sobre las propias experiencias y percepciones del amor.

Nota: 7/10