“Un sueño posible” es mucho más que un simple relato deportivo; es una película conmovedora y profundamente humana que explora el poder transformador de la adopción, la familia y la oportunidad. Basada en la historia real de Michael Oher, el película se adentra en la vida del joven afroamericano que, a pesar de un pasado marcado por la indigencia y la inestabilidad, encuentra un hogar y un futuro prometedor en la familia Touhy, una pareja blanca de Tennessee. La historia, a menudo eclipsada por el glamour del fútbol americano, es en realidad una exploración sutil pero potente sobre las barreras raciales, la identidad y el significado de pertenecer.
La dirección de Jonás Taylor es, en general, competente, logrando evocar una atmósfera rural estadounidense de forma eficaz y transmitiendo el ambiente de clase trabajadora de la comunidad donde transcurre la historia. Sin embargo, en algunos momentos la película se diluye en un ritmo demasiado pausado, perdiendo la tensión dramática que podría haberse explotado al máximo. No obstante, la fotografía es digna de mención, con planos que capturan la belleza natural del paisaje y la humanidad de los personajes, creando una conexión visual con el espectador.
La clave del éxito de esta película reside sin duda en las actuaciones. Michael Shannon, como Sean Touhy, ofrece una interpretación magistral. Su personaje no es un héroe perfecto, sino un hombre simple, a veces gruñón y con sus propias sombras, pero con una profunda capacidad de amor y protección hacia su familia. La dinámica entre Shannon y Quinton Aaron, como Ray, el hermano de Sean, es particularmente convincente, mostrando un vínculo fraternal forjado en la adversidad. Will Patton, como Lamar, el padre de Sean, aporta una credibilidad desgarradora al personaje.
En cuanto al guion, “Un sueño posible” destaca por su honestidad y por su capacidad para abordar temas complejos con sensibilidad. Se evita la glorificación excesiva del fútbol americano, mostrando tanto los aspectos positivos, como la disciplina y la camaradería, como las presiones y los peligros inherentes al deporte. La película no se limita a la historia de Michael Oher, sino que explora también la transformación de la familia Touhy, quienes, a través del joven, cuestionan sus propias creencias y se abren a nuevas perspectivas. El guion, aunque a veces predecible en ciertos momentos, logra mantener al espectador enganchado gracias a su ritmo pausado y a la honestidad con la que retrata los desafíos que enfrentan los personajes.
La película, aunque no rebasa la perfección cinematográfica, logra transmitir un mensaje poderoso sobre la importancia de la empatía, la tolerancia y la capacidad de superación personal. Es una historia que invita a la reflexión y que nos recuerda que, a veces, el camino más difícil hacia el éxito puede estar marcado por el amor y la ayuda de aquellos que nos aceptan y nos brindan una oportunidad. “Un sueño posible” es, sin duda, una película que merece ser vista.
Nota: 7.5/10