Un vaquero sin rumbo (1990)

“Un Vaquero Sin Rumbo” (1998) es una película que, a pesar de su premisa atractiva y de contar con un reparto de alto nivel, no logra alcanzar la grandeza que su potencial sugiere. Dirigida por Jack Smigiel, la película se sitúa en un territorio cinematográfico que oscila entre el western, la comedia negra y el thriller, pero le falta coherencia y un pulido general que le alejan de un impacto duradero. La trama inicial, centrada en la llegada de Matthew Quigley (Tom Selleck) a Australia, es intrigante y nos promete un western con un toque de humor, pero rápidamente se complica y se adentra en caminos poco definidos.

Tom Selleck, como siempre, ofrece una actuación sólida y convincente. Su interpretación de Quigley, el vaquero arrogante y poco sincero, es un ejemplo de su versatilidad. Si bien la personalidad del personaje es unidimensional, Selleck consigue transmitir su vacío interior y su desconcierto ante los acontecimientos. Alan Rickman, por su parte, aporta una presencia imponente y un aire de maldad calculada a Elliot Marston. Su personaje es un villano reluciente, un hombre de negocios despiadado que se aprovecha de la situación de los demás. Rickman se deleita en su papel, ofreciendo momentos de genuina comedia negra y un sutil pero palpable peligro. Sin embargo, la dinámica entre ambos personajes, a pesar de la química evidente, no explota al máximo su potencial.

La dirección de Jack Smigiel es competente, pero carente de una visión particular. La película se mueve a un ritmo pausado que, en algunos momentos, se vuelve tedioso. Las escenas de acción, que deberían ser el corazón de la película, son limitadas y poco espectaculares. La fotografía, aunque cuidada, no aporta nada que la distinga, y el sonido, aunque correcto, no intensifica la atmósfera. Lo más decepcionante es el guion, que presenta diálogos a veces torpes y una trama que, aunque interesante en su planteamiento, se resuelve de forma precipitada y con un final que resulta anticlimático. La película explora temas como la ambición, la soledad y la búsqueda de la identidad, pero sin profundizar en ellos, limitándose a presentarlos como elementos superficiales de la historia. La construcción de los secundarios es pobre; muchos personajes aparecen y desaparecen sin un desarrollo adecuado, convirtiéndose en meros peones en la trama principal.

En definitiva, "Un Vaquero Sin Rumbo" es una película con elementos interesantes y un reparto talentoso, pero que se queda a medio camino. Le falta un guion más sólido y una dirección más audaz para consolidarse como una pieza destacada del género western. Aunque ofrece algunos momentos de entretenimiento, su ambigüedad y falta de profundidad la condenan a ser una película olvidable. Se centra en la superficie más que en la sustancia.

Nota: 6/10