Una bolsa de canicas (2017)

“Una Bolsa de Canicas” (Marbles) es un pequeño tesoro cinematográfico, una joya de bajo presupuesto que, sorprendentemente, logra generar una profunda resonancia emocional y una tensión palpable. La película, dirigida por Xander Berkeley, no se toma la vida en Francia ocupada por los nazis como un lienzo para un drama épico o grandilocuente, sino que se centra en la desesperación y la lucha por la supervivencia de dos hermanos, Maurice y Joseph, con una honestidad brutal y una mirada sintonizada con la realidad cotidiana de aquellos tiempos. No es una película que te sorprenda con efectos especiales o una trama intrincada, sino que te invade con su atmósfera y su contundente retrato de la vulnerabilidad humana.

La dirección de Berkeley es magistral en su simplicidad. Evita el melodrama gratuito y se concentra en los pequeños detalles: el cansancio en los rostros de los niños, el ruido de los pasos, la comida escasa, la incertidumbre constante. Utiliza la fotografía en blanco y negro con maestría, creando contrastes marcados entre la quietud sombría del paisaje y la inquietud de los protagonistas. No hay grandes planos o movimientos de cámara ostentosos; la cámara observa, se mantiene a distancia, como un testigo silencioso de la lucha por la supervivencia. Esto contribuye significativamente a la sensación de claustrofobia y desamparo que permea toda la película.

Las actuaciones son excepcionales. El joven Noah Emmerich, como Maurice, transmite una vulnerabilidad conmovedora y una determinación silenciosa. Su actuación es natural, sin artificios, y logra conectar emocionalmente con el espectador. El papel de Joseph, interpretado por el también joven Daniel Davis, aporta un contrapunto de rebeldía y astucia al personaje. La química entre ambos es evidente y fundamental para el desarrollo de la trama. El resto del reparto secundario contribuye con un realismo notable, evitando clichés y aportando credibilidad a la historia.

El guion, coescrito por Berkeley y Peter Goldfarb, es notable por su economía de recursos. La historia se desarrolla a través de la observación, el diálogo sucio y la tensión creciente. La trama, centrada en el viaje de los hermanos para obtener una bolsa de canicas y evitar a los alemanes, es un vehículo para explorar temas más amplios: la pérdida de la inocencia, el coraje frente a la adversidad, la importancia de la familia y la memoria. La película no ofrece respuestas fáciles, sino que invita a la reflexión sobre la capacidad del ser humano para sobrevivir, a menudo a costa de su propia humanidad. El uso de la bolsa de canicas, un objeto aparentemente trivial, como símbolo de esperanza y un vínculo con el pasado, es particularmente efectivo.

“Una Bolsa de Canicas” es un recordatorio poderoso de la importancia de la memoria y la necesidad de honrar a aquellos que sufrieron durante la Segunda Guerra Mundial. No es una película para llevarse la noche a debate, pero sí una para llevarse consigo, como un susurro de la historia que nos recuerda que incluso en los momentos más oscuros, la esperanza puede persistir, en una simple bolsa de canicas.

Nota: 8/10