Una Cenicienta moderna (2004)

“Una Cenicienta Moderna” no es una revolución narrativa, ni tampoco una obra maestra cinematográfica. Más bien, se presenta como una comedia romántica adolescente de lo más convencional, con una premisa que, en teoría, debería ser suficiente para despertar interés y, en la práctica, ofrece una experiencia agradable, aunque predecible. La película se aferra a la esencia del cuento clásico, transformándola en un relato sobre la frustración adolescente, la búsqueda de identidad y, por supuesto, el primer amor, pero lo hace con una ejecución que carece de originalidad y profundidad.

La dirección de James Lapine es competente, manejando el ritmo de la narrativa con una fluidez que permite al espectador seguir la evolución de la trama sin sentirse abrumado. Sin embargo, la estética visual, decididamente brillante y moderna, a veces se siente un poco artificiosa, buscando la perfección que, en definitiva, resulta poco auténtica. Los planos son cuidados, las transiciones suaves, pero carecen de la personalidad que podría haber elevado la película por encima de la simple comedia romántica.

El elenco ofrece actuaciones que cumplen con sus funciones. Sam Montgomery, en el papel de Sam, transmite la frustración y el anhelo de su personaje con naturalidad. Su viaje de la servidora a la aspirante a estudiante universitaria, y finalmente a la "princesa", es creíble y, en algunos momentos, conmovedor. Austin Ames, como el "Príncipe Azul", aporta una dosis de encanto y ternura, aunque su personaje, como suele ocurrir en este tipo de películas, es algo plano y estereotipado. La interpretación de la madrastra Fiona es, sin embargo, particularmente destacada; la actriz consigue transmitir la crueldad y el egocentrismo de su personaje sin caer en la caricatura. La dinámica entre Sam y Fiona es uno de los puntos fuertes de la película, ofreciendo algunos momentos de humor y tensión genuinos.

El guion es donde la película sufre más. Si bien la trama es sencilla y directa, carece de ingenio y de la complejidad que podría haberle dado un mayor atractivo. Los diálogos son, en general, poco originales y las situaciones a veces resultan forzadas. El concepto de conocer al "Príncipe Azul" a través de Internet es interesante, pero se explora de manera superficial, sin profundizar en las implicaciones sociales y tecnológicas de esa conexión. La resolución del conflicto final, con un giro inesperado que parece sacado de una carpeta de clichés, resulta un tanto decepcionante. A pesar de que se intenta introducir elementos de fantasía y aventura, la película se mantiene anclada en la realidad de la vida adolescente, sin ofrecer una visión particularmente innovadora o provocadora.

En resumen, “Una Cenicienta Moderna” es una película agradable para una noche de cine, pero carente de sustancia y originalidad. Si se busca una experiencia cinematográfica que realmente marque la diferencia, hay otras opciones más interesantes. Es un entretenimiento ligero, pero no un clásico.

Nota: 6/10