Una chica de ensueño (1989)

“Una chica de ensueño” (Dreamscape) de Derek Friesen es un ejercicio de ciencia ficción lo suficientemente audaz como para desafiar la lógica, pero demasiado ambicioso para alcanzar su pleno potencial. La película, a pesar de su premisa intrigante, se tambalea entre momentos de brillante idea y un ritmo desfasado, dejando al espectador con una sensación de frustración más que de asombro.

La dirección de Friesen se distingue por un uso innovador del color y la composición, creando atmósferas oníricas y a veces inquietantes. La fotografía de Robert Anderson es particularmente notable, empleando paletas de colores vibrantes y saturados que evocan tanto la belleza etérea como la melancolía de los sueños. Sin embargo, esta estética visual, aunque constante, también puede sentirse un poco exhaustiva a medida que la película avanza. El uso de efectos visuales, aunque generalmente convincentes, a veces parecen artificiales, socavando la inmersión en la historia.

El núcleo de la película reside en las actuaciones de sus protagonistas, y aquí es donde "Una chica de ensueño" realmente brilla. Martin Henderson como Bobby Kellar ofrece una interpretación sutil y conmovedora, logrando transmitir la desesperación y la obsesión de un hombre atrapado en un ciclo de anhelo. Pero la verdadera estrella es Brittany Snow como Lainie Diamond. Su interpretación es magistral, capturando la vulnerabilidad y el conflicto interno de una mujer que se encuentra dividida entre el amor y la realidad. La química entre Henderson y Snow es palpable, y sus escenas compartidas son el corazón emocional de la película. Joe Estevez, como Coleman, proporciona un contrapunto interesante, interpretando a un científico obsesionado con sus propios ideales, con una intensidad que, aunque a veces exagerada, añade una capa de complejidad al personaje.

El guion, sin embargo, es el punto más débil de la película. La trama, que explora temas como la obsesión, la realidad versus la ilusión y la pérdida, se presenta de manera fragmentada y, en ocasiones, confusa. El desarrollo de los personajes, aunque adecuado en algunos momentos, carece de profundidad y las motivaciones a veces son poco claras. El argumento se complica con la introducción de elementos fantásticos que, aunque conceptualmente interesantes, no se integran de forma orgánica en la narrativa. Se siente una falta de cohesión, como si el guion tratara de abarcar demasiados temas a la vez, sin profundizar en ninguno de ellos. El uso de flashbacks, que podrían haber enriquecido la historia, se emplean de forma precipitada y no conectan con la trama principal de manera satisfactoria.

A pesar de sus fallas, "Una chica de ensueño" no es un fracaso absoluto. Su atmósfera onírica, las actuaciones sólidas y la premisa original ofrecen momentos de disfrute y hacen que valga la pena verla para aquellos interesados en la ciencia ficción contemplativa. Sin embargo, la incoherencia narrativa y el ritmo desigual impiden que la película alcance su máximo potencial. Es un experimento interesante, pero no siempre un éxito.

Nota: 6/10