“Una especie de familia” es una película que se instala en la mente y, sin ser particularmente grandilocuente, deja una huella de inquietud. La dirección de Nicolás Picazo es, en esencia, precisa y deliberada. Evita los excesos dramáticos, optando por una atmósfera de tensión constante, construida con sutilezas en la fotografía, en la iluminación y en el manejo del ritmo. La elección de Buenos Aires como escenario principal no es casual; la ciudad, con sus calles laberínticas, sus contrastes sociales y su aura de melancolía, se convierte en un personaje más de la historia, reflejando el estado anímico de Malena y las decisiones que debe tomar.
El guion, adaptado de la novela homónima de Mariana Taboza, es el corazón de la película. No se trata de una narración lineal y simple; la trama se desenvuelve como un laberinto moral, donde las consecuencias de cada elección son ambiguas y nunca se ofrecen respuestas fáciles. La historia explora la complejidad de la maternidad, la ambivalencia entre la ley y la ética, y la fragilidad de la identidad personal cuando se enfrenta a situaciones extremas. La película se centra en la decisión de Malena de abandonar a su bebé, una decisión que, lejos de ser un acto de renuncia, se convierte en un acto de supervivencia, de búsqueda de libertad en un mundo donde las expectativas sociales y legales son opresivas. La fuerza del guion radica en su capacidad para generar dilemas morales creíbles y en su honestidad al mostrar las emociones contradictorias de la protagonista. No se juzga a Malena, sino que se la presenta como una mujer atrapada en una situación imposible, lidiando con el peso de sus acciones y con la incertidumbre de su futuro.
Las actuaciones son sólidas, y particularmente la de Julieta Cardinal en el papel de Malena. Su interpretación es notable por su naturalidad y por su capacidad para transmitir la angustia, el miedo y la desesperación de la protagonista. Su Malena no es una heroína idealizada; es una mujer real, con sus virtudes y sus defectos, que se debate entre sus instintos maternos y sus deseos de autonomía. El resto del elenco complementa la actuación de Cardinal, ofreciendo interpretaciones convincentes y contribuyendo a la atmósfera de tensión y desconfianza que caracteriza a la película. Se nota que el equipo técnico ha trabajado diligentemente para crear un entorno creíble y para transmitir las emociones de los personajes de manera auténtica.
“Una especie de familia” no es una película para todos los gustos. Su ritmo pausado y su enfoque en la exploración de dilemas morales pueden resultar lentos para aquellos que buscan un entretenimiento ligero. Sin embargo, para aquellos que disfrutan de las películas que plantean preguntas difíciles y que obligan al espectador a reflexionar sobre la naturaleza humana y la complejidad de las relaciones, esta es una obra recomendable. Es un retrato honesto y, a su manera, conmovedor de una mujer en busca de su propio camino.
Nota: 7.5/10