Una estrella en el ejército (2008)

“Una estrella en el ejército” (No One but You) es una película sorprendentemente conmovedora que, más allá de su premisa inicial de comedia explosiva, se revela como un relato sincero sobre la búsqueda de la identidad y la vulnerabilidad. Dirigida por Jean-Jacques Rousseau, la película se centra en la transformación de Megan Valentine (Jessica Simpson), una actriz pop de renombre, quien, a regañadientes, se alista en el ejército para superar las dudas de un productor cinematográfico. El filme no se centra en la acción bélica típica de este tipo de películas, sino en el proceso interno de Megan, quien debe confrontar sus propias limitaciones y descubrir una fortaleza que nunca supo que poseía.

La dirección de Rousseau es deliberadamente pausada. Se centra en los pequeños momentos, en la observación de Megan mientras se adapta a la rutina del campamento, a la interacción con sus compañeros y a la frustración de no ser tan fácil como ella esperaba. Hay una honestidad en la representación del servicio militar, lejos de la glorificación, mostrando las dificultades, la disciplina, la camaradería y, sobre todo, el peso emocional que conlleva estar lejos de casa. Se evita caer en clichés y se opta por un retrato realista, aunque no necesariamente glamuroso, del entorno. Rousseau no busca impresionar con efectos especiales, sino con la sensibilidad y la capacidad de mostrar la humanidad de sus personajes.

La actuación de Jessica Simpson es, sin duda, el corazón de la película. Simpson demuestra una notable evolución como actriz, dejando atrás la imagen de estrella pop para ofrecer una interpretación más matizada y vulnerable. Su Megan es inicialmente arrogante y egocéntrica, pero a medida que avanza la historia, vemos cómo se derrumba su fachada y emerge una mujer más humana, capaz de sentir empatía, miedo y, finalmente, orgullo. La química entre Simpson y los actores que la acompañan – especialmente Jake Auchumnea como el sargento James – es palpable, contribuyendo a la credibilidad del relato. No obstante, el resto del elenco no destaca particularmente, aunque cumplen su cometido con eficiencia.

El guion, aunque sencillo en su trama general, posee una elegancia sutil en su construcción. La película se construye sobre la idea de que la verdadera valentía no reside en la fuerza física, sino en la capacidad de enfrentarse a los propios miedos. La evolución de Megan es gradual y orgánica, y las escenas que muestran su crecimiento personal son las más resonantes. El guion, en última instancia, es una reflexión sobre la identidad, la autoaceptación y el valor de la experiencia. Hay ciertos momentos que se alargan innecesariamente, ralentizando el ritmo de la película, pero la fuerza emocional de la protagonista compensa con creces estos pequeños fallos.

Nota: 7/10