“Una Historia del Bronx” no es solo un relato criminal; es una meditación sobre la infancia, la moral y la fragilidad del corazón humano, envuelta en la cruda atmósfera de los años 60 en el Bronx. La película de Richard Linklater, con un presupuesto modesto pero una visión audaz, se erige como una de las joyas del cine independiente estadounidense y una experiencia cinematográfica profundamente conmovedora.
La dirección de Linklater es magistral. Evita la glorificación de la violencia, optando por un estilo naturalista que se sumerge completamente en la realidad del barrio. La cámara no juzga, simplemente observa, registrando los pequeños detalles de la vida cotidiana: el sonido de la ciudad, las conversaciones callejeras, las rutinas de Calogero. Esta elección estilística nos obliga a confrontar la crudeza de la situación y a empatizar con los personajes, incluso con aquellos que parecen operar al margen de la ley. La película se construye lentamente, permitiendo que la relación entre Calogero y Sonny se desarrolle con una naturalidad impresionante. Linklater utiliza planos largos y silenciosos, momentos de observación pura, que son tan poderosos como cualquier escena de acción.
Las actuaciones son extraordinarias. Lillo Brancato, como Calogero, ofrece una interpretación absolutamente inolvidable. Su mirada transmite una mezcla de inocencia, miedo, curiosidad y un creciente entendimiento de un mundo que le es a la vez familiar y aterrador. La evolución de su personaje, desde un niño asustado hasta un joven con una decisión difícil que tomar, es el núcleo emocional de la película. Ric Romanucci, como Sonny, crea un personaje complejo y contradictorio: un gángster despiadado pero también un protector y, en cierto modo, un padre sustituto. John Cazale, en un papel relativamente breve, aporta una dignidad y una vulnerabilidad que equilibran la dureza del personaje. La química entre Brancato y Romanucci es palpable, y su interacción forma el corazón de la película.
El guion, adaptado de la novela de Richard Price, es una obra maestra de la sutileza. No necesita diálogos grandilocuentes ni explicaciones innecesarias. La historia se cuenta a través de las acciones de los personajes y de sus interacciones. La narrativa se centra en la tensión interna de Calogero, su lucha entre la moralidad y la lealtad, y en las consecuencias de sus decisiones. La película explora temas universales como la familia, la identidad, la violencia y el impacto de la pobreza en la vida de un niño. La ambientación en el Bronx de los años 60 no es solo un telón de fondo; se convierte en un personaje más, moldeando a los personajes y dictando sus destinos.
“Una Historia del Bronx” es una película que te marca. Es un retrato honesto y desgarrador de la vida en los márgenes de la sociedad, una reflexión sobre la naturaleza humana y una prueba de que el cine puede ser a la vez brutal y profundamente conmovedor. Es una película que, a pesar de su temática oscura, te dejará con un sentimiento de esperanza, recordando que incluso en los lugares más oscuros, la bondad y la inocencia pueden persistir.
Nota: 9/10