Una mujer bajo la influencia (1974)

“Una mujer bajo la influencia” (A Woman Under the Influence, 1974) no es un melodrama fácil ni una historia que te deje con una sonrisa. Es, sin duda, una experiencia visceral, incómoda y a la vez profundamente conmovedora. La película de Hal Ashby, basada en el drama de Edward Albee, se atreve a confrontar la brutal realidad de la enfermedad mental y la desesperación que puede engendrar, ofreciendo una representación cruda y honesta de un matrimonio en crisis. Y lo hace, en gran medida, gracias a la magistral dirección de Ashby.

Ashby, conocido por su sensibilidad visual y su estilo directo, construye una narrativa que se siente orgánica y realista. Evita la grandilocuencia, concentrándose en los pequeños detalles de la vida cotidiana que, en el contexto de la película, se revelan como cruciales para comprender la dinámica familiar. La película no busca juzgar a los personajes, sino mostrar cómo se desmoronan bajo el peso de la enfermedad y la falta de recursos. La puesta en escena es minimalista, permitiendo que las emociones se transmitan a través de las actuaciones y el diálogo. Ashby manipula el ritmo con maestría, creando momentos de tensión insoportable y, al mismo tiempo, momentos de inesperada calidez y conexión.

El núcleo de la película reside en la interpretación de Peter Falk como Nick. Su personaje, un hombre trabajador y aparentemente racional, se ve constantemente superado por la imprevisibilidad de su esposa, Lila (Gena Rowlands). Falk no se entrega a una actuación heroica o sentimental. En cambio, ofrece una representación sutil y profundamente atormentada de un hombre que lucha por mantener su cordura y su familia unida. La fragilidad de Nick se siente genuina, y su desesperación es contagiosa. Rowlands, por su parte, proporciona una actuación igualmente poderosa, encarnando a una mujer que se consume por una enfermedad que no comprende y que la vuelve peligrosa para sí misma y para quienes la rodean. Su Lila es un personaje complejo, a la vez vulnerable e indomable, lo que la hace increíblemente difícil de juzgar. No se trata de una villana clásica, sino de una mujer presa de un tormento interno.

El guion, adaptado de una obra teatral, es preciso en su diálogo y en su exploración de las consecuencias de la enfermedad. La obra de Albee, que es fundamental para la película, no se simplifica. Se presenta la complejidad de las relaciones, la dificultad de la comunicación y el dolor de no poder ofrecer a los seres queridos lo que necesitan. La película no ofrece soluciones fáciles; simplemente presenta el dolor y la lucha por afrontarlo. La tensión, especialmente en la secuencia final, es insoportable y, aunque perturbadora, es una culminación lógica del conflicto que se ha ido gestando a lo largo de la película. “Una mujer bajo la influencia” es un clásico por su honestidad y su valentía al abordar un tema tan delicado, y por la forma en que lo hace sin caer en el sentimentalismo o el juicio moral.

Nota: 8.5/10