“Una Navidad con Mickey” es una película que, en su intento de modernizar un clásico atemporal, resulta un tanto desigual. Se trata de una adaptación de “Un cuento de Navidad” de Charles Dickens, y aunque el núcleo de la historia – la transformación de un alma endurecida por la avaricia – sigue siendo efectivo, la ejecución peca de artificiosidad y carece de la profundidad que la trama original merece. La película, producida para Disney, se centra en Gilito McPato, un banquero amargado y obsesionado con el dinero, quien se encuentra obligado a confrontar el pasado y, por extensión, su propio corazón.
La dirección de Doug Sweetland, en su conjunto, es competente, pero a veces se siente demasiado segura en la caricatura visual y en la sobreexposición de los elementos fantásticos. Se busca un estilo visualmente llamativo, con efectos especiales que, si bien son técnicamente buenos, resultan a veces distractores y desapasionan la atmósfera navideña que se pretende crear. La película no se arriesga a explorar las complejidades emocionales de los personajes de la manera que el material original lo haría. La adaptación se siente, en ocasiones, como un cuento de hadas de Disney resignificado, más enfocado en el entretenimiento superficial que en la reflexión profunda. La banda sonora, aunque alegre y festiva, a menudo se siente como una simple herramienta de ritmo, más que como un componente integral de la narrativa.
Las actuaciones, por su parte, son un punto fuerte. Gilito McPato, interpretado por John Ratzenberger, logra transmitir la amargura y el resentimiento de su personaje con una precisión notable. Su evolución, aunque lenta y a veces forzada, es creíble gracias a la actuación consistente del actor. El resto del reparto, incluyendo a Goofy como el fantasma de Marley y Mickey Mouse como el Messenger (el mensajero de los espíritus), cumplen con su cometido, ofreciendo momentos cómicos sin llegar a eclipsar la trama principal. Sin embargo, la voz de Mickey Mouse, que funciona bien en un contexto de animación tradicional, se siente un poco fuera de lugar en la película en vivo, generando un contraste incómodo.
El guion, sin duda, es el elemento más débil de la película. Se simplifica enormemente la historia original, eliminando gran parte del matiz y la complejidad moral. Los espíritus navideños, aunque visualmente atractivos, son caricaturas de sus contrapartes literarias, y sus mensajes, aunque presentes, son bastante obvios y poco sutiles. La película busca agradar al público más joven, y en ese sentido, cumple su cometido, pero a costa de perder la riqueza y la ambigüedad que caracterizan la obra de Dickens. El diálogo es a menudo torpe y forzado, y la resolución final, aunque satisfactoria, carece del impacto emocional que se esperaría de una historia sobre la redención.
Nota: 6/10