“Una noche con el rey” no es simplemente un drama bíblico; es una ópera épica, un despliegue visual y emocional que, a pesar de sus evidentes complejidades y algunos tropes narrativos, logra cautivar por su ambición y el impacto de su historia central. La película, dirigida con maestría por Frank Darabont (director de “El Sexto Sentido”), se atreve a reimaginar el relato de Ester de una manera que, aunque no evite ciertos convencionalismos, ofrece una perspectiva fresca y a veces inesperada sobre la figura femenina histórica.
Rebecca Ferguson, en el papel principal, entrega una actuación monumental. Su interpretación de Ester es matizada y poderosa, evitando caer en la idealización. Ferguson logra transmitir tanto la vulnerabilidad de una joven huérfana enfrentada a la incertidumbre, como la determinación y el coraje que afloran cuando se enfrenta a una amenaza existencial para su pueblo. Su presencia escénica es innegable, y su mirada, cargada de una mezcla de temor y resolución, se convierte en el eje central del drama. El resto del reparto, compuesto por Carey Mulligan, Ralph Fiennes, y Ben Mendelsohn, también brillan con destellos, aunque algunos personajes, especialmente el primer ministro Ahasea (interpretado por Mendelsohn), carecen de la profundidad que merecen, reduciéndose a meros arquetipos de villano.
La dirección de Darabont es meticulosa y evocadora. El vestuario, la iluminación y los decorados son espectaculares, transportando al espectador a la majestuosa Persia del siglo IV a.C. La película se beneficia enormemente de la cinematografía, con planos que enfatizan la escala del imperio, la opulencia de la corte y la fragilidad del destino de los judíos. El diseño de sonido también merece mención, creando una atmósfera tensa y grandiosa que acompaña a la perfección la acción. Sin embargo, a veces se observa cierta indulgencia en la exageración, especialmente en la representación de las escenas de batalla. Aunque visualmente impactantes, no siempre se integran de la manera más orgánica en el desarrollo de la trama.
El guion, aunque se basa en un relato centenario, presenta algunas licencias creativas que pueden generar debate. Si bien la película mantiene la esencia del mito, introduce elementos dramáticos y reescrituras que, en mi opinión, diluyen ligeramente la fuerza de la leyenda original. La representación de las motivaciones del primer ministro es, en particular, algo simplificada, oscureciendo la complejidad de las razones que impulsan sus acciones. La película, en general, se enfoca más en la narrativa personal de Ester que en explorar las dinámicas políticas y sociales del Imperio Persa. No obstante, la película logra transmitir la importancia de la valentía, la fidelidad y la búsqueda de la justicia, convirtiéndose en un recordatorio poderoso de la capacidad humana para la resistencia y el sacrificio.
Nota: 7.5/10