“Una Novata en un Cuento de Hadas” es, en esencia, una reivindicación adolescente disfrazada de comedia romántica. La película, dirigida por William Glazer y con un guion firmado por Max Botkin y Chris Hauf, se presenta como una modernización del clásico de Blancanieves, pero en lugar de un relato sobre la crueldad de una reina malvada, nos ofrece una metáfora sobre la presión social y la búsqueda de identidad en el entorno universitario. El enfoque, lejos de ser una adaptación literal, se centra en Sydney, una joven que, tras ser desairada de la hermandad más exclusiva del campus, encuentra refugio y amistad en un grupo de chicos considerados “oscuritos” y socialmente marginados. Esta dinámica inicial es, sin duda, la fortaleza principal de la película, creando un ambiente genuinamente entrañable y con un potencial cómico que, en algunos momentos, se plasma con éxito.
La dirección de Glazer es generalmente competente, logrando mantener un ritmo ágil y creando escenas visualmente atractivas, aunque a veces predecibles. La película se beneficia de un encuadre moderno y de una banda sonora que, aunque no siempre memorable, se integra bien en la atmósfera general. Sin embargo, en ciertos momentos, la producción se siente un tanto superficial, carente de la profundidad que podría haber elevado la experiencia. La fotografía es buena, pero no destaca como elemento definitorio. La banda sonora, aunque agradable, no aporta nada particularmente innovador a la narrativa.
El núcleo de la película reside en las actuaciones del elenco. Isabel Parker, como Sydney, consigue transmitir la vulnerabilidad y la determinación de su personaje de una forma convincente. Sus momentos de crecimiento personal, desde la inseguridad inicial hasta la afirmación de sí misma, son los más impactantes de la película. Sin embargo, la interpretación del resto del elenco es más variada. Algunos, como el sorprendentemente carismático Joe Holland, consiguen cautivar, mientras que otros, aunque cumplen su cometido, no logran profundizar en la complejidad de sus personajes. La química entre los actores, particularmente la dinámica entre Sydney y los chicos, es un elemento clave para el éxito de la película, y se aprecia en la naturalidad de sus interacciones.
En cuanto al guion, la película oscila entre el humor ligero y la reflexión sobre temas como la apariencia, el bullying y la aceptación. Si bien la premisa es interesante, la ejecución a veces se siente forzada, y algunos diálogos resultan un poco artificiosos. La trama principal, centrada en el desafío a la reina del campus, es un cliché que, aunque divertido, no aporta una gran originalidad. La película podría haber profundizado en la motivación de los personajes y en las consecuencias de sus acciones, lo que le habría dado mayor peso dramático. El mensaje final, sobre la importancia de ser fiel a uno mismo y de defender a los más vulnerables, es algo repetitivo, pero no llega a sentirse como una mera imposición propagandística.
Nota: 6.5/10