“Una verdad a medias” es una película que, paradójicamente, se centra en la importancia de la invisibilidad. No en el sentido de la exclusión social, sino en la forma en que percibimos la realidad y cómo nuestra atención, o la falta de ella, define la existencia de un individuo. El director Michael Winterbottom, conocido por su estilo visceral y a menudo incómodo, entrega aquí una obra que, aunque no desgarra el alma como algunas de sus películas anteriores, sí consigue una profunda reflexión sobre la soledad, la amistad y las complejidades de las relaciones humanas.
La película sigue a Louis (Bill Nighy, en una actuación magistral), un abogado de mediana edad que lleva una vida monótona y casi invisible en su trabajo. Su existencia se limita a las transacciones legales, a las conversaciones fugaces y a la acumulación de pequeños rituales cotidianos. Cuando, repentinamente, recibe un diagnóstico médico que le宣告 un cáncer terminal, su mundo se ve irrumpido por una atención que nunca había recibido. Sus compañeros de trabajo, amigos y conocidos, que antes apenas le habrían puesto los ojos encima, se vuelven insistentemente preocupados, le ofrecen consuelo y le bombardean con preguntas. Esta súbita visibilidad, sin embargo, no es lo que Louis realmente busca. La película explora la contradicción entre el deseo de ser visto y el anhelo de ser simplemente parte del paisaje, de no llamar la atención.
El guion, escrito por James Cottrell, es inteligente y sutil. No recurre a clichés ni a melodramas baratos. La trama se desarrolla lentamente, permitiendo que la cámara se absorba en los detalles más pequeños de la vida de Louis: su café de la mañana, sus conversaciones con su amigo y compañero de trabajo, John (Paul Bettany), o la forma en que observa el mundo desde la ventana de su despacho. Esta lentitud, a veces, puede resultar frustrante para algunos espectadores, pero es esencial para transmitir la sensación de quietud y aislamiento que caracteriza la vida de Louis. La película aprovecha al máximo la presencia de un Bill Nighy increíblemente expresivo, que transmite con su mirada y su lenguaje corporal la desesperación, el humor y la melancolía del personaje. Bettany, por su parte, ofrece una interpretación sólida como el amigo leal pero a veces torpe de Louis.
Winterbottom, tal y como es habitual en su filmografía, emplea una fotografía naturalista y un sonido envolvente para sumergir al espectador en el ambiente de la película. No hay artificios visuales, solo una representación honesta y realista del mundo de los abogados y del entorno urbano. La banda sonora, discreta y melancólica, contribuye a la atmósfera contemplativa de la película. “Una verdad a medias” no pretende ser un drama trascendental, sino una observación delicada y conmovedora sobre la fragilidad de la existencia humana y sobre la importancia de valorar los pequeños momentos de conexión que nos brinda la vida.
Nota: 8/10