Under the Cherry Moon (1986)

“Under the Cherry Moon” (1978), dirigida por Yukio Mishima, es una experiencia cinematográfica que, a pesar de su innegable fascinación por la estética y la atmósfera, resulta un ejercicio complejo y, en ocasiones, frustrante. La película no busca ofrecer una narrativa convencional; más bien, se sumerge en una atmósfera de hedonismo, transgresión y una amargura palpable, donde la belleza superficial es un velo que oculta una profunda desilusión.

La película se centra en Christopher, interpretado con una intensidad inquietante por Steven Berkoff, un hombre atormentado por una serie de fantasmas y obsesiones. Berkoff ofrece una actuación magistral, imbuida de una vulnerabilidad amenazante que define al personaje. Su mirada, su lenguaje corporal y la manera en que maneja la tensión lo convierten en el corazón palpitante de la película. La dualidad que exhibe, alternando entre la brutalidad y la desesperación, es lo que realmente cautiva. Sin embargo, la dirección de Mishima no siempre se beneficia de este poder actoral; a veces, la narrativa se pierde en una atmósfera visual densa que, aunque estilizada y evocadora, puede resultar opaca.

La trama, basada en un encuentro entre Yukio Mishima y un narrador, se desarrolla en la costa francesa, un paraíso artificial donde la riqueza y la decadencia conviven. El romance entre Christopher y la heredera, interpretada con elegancia por Kristin Scott Thomas, es el catalizador de la historia. Si bien la tensión romántica es intrigante y bien ejecutada, la película a veces prioriza la creación de un ambiente sobre el desarrollo de personajes secundarios. Los hermanos, Tricky y el otro, no son más que esquemas que sirven para avivar el fuego de la trama, y su motivación a menudo se pierde en la complejidad del guion.

La dirección de Mishima, influenciada por el teatro japonés y el cine negro, es fundamental para la atmósfera única de “Under the Cherry Moon”. Utiliza la fotografía, la música y el diseño de producción para crear una sensación de irrealidad y dislocación. El uso del color, especialmente los tonos azules y verdes, contribuye a la sensación de sueño y melancolía. Sin embargo, la película se siente a veces como un experimento formal más que una historia completa, y su ritmo pausado y su falta de claridad narrativa pueden resultar frustrantes para el espectador. La película no busca ofrecer respuestas fáciles; más bien, se entrega a la ambigüedad y a la contemplación, dejando al espectador con más preguntas que respuestas.

En definitiva, “Under the Cherry Moon” es una película que exige una dedicación particular del espectador. No es una película fácil de ver, pero sí es una película memorable, una exploración oscura y provocadora de la obsesión, la identidad y la fragilidad de las relaciones humanas. No es una obra maestra en el sentido tradicional, pero su impacto visual y su atmósfera única la convierten en un objeto de estudio fascinante para cualquier aficionado al cine de arte.

Nota: 7/10