Underworld (2003)

“Underworld” (Underworld: El Imperio Sangriento, para los que busquen la versión original) es un espectáculo visualmente impactante que, a pesar de sus limitaciones narrativas, logró establecer un subgénero propio del cine de terror y acción. La película, estrenada en 2003, no pretende explorar la profundidad del conflicto vampírico-licantrópico; su objetivo principal es ofrecer una experiencia visceral, un thriller gótico moderno con una estética impecable y un ritmo frenético. La dirección de Neil Jordan, colaborando con Andrew Niccol, logra crear una atmósfera de constante tensión, gracias a la fotografía de Simon M. Chaplin, que utiliza una paleta de colores oscura y saturada, enfatizando la belleza retorcida y la desesperación de un mundo sumido en la oscuridad.

La película no se centra tanto en la historia en sí, sino en la evolución de la relación entre Selene (Lena Headey), una fría y pragmática guerrera vampírica, y Michael Westen (Scott Speedman), un joven médico humano. Headey ofrece una interpretación magistral de Selene, una mujer atormentada por su pasado y convencida de la superioridad de su raza. Su actuación transmite una mezcla de dolor, determinación y una profunda soledad que la convierten en un personaje complejo y memorable. Speedman, por su parte, logra dar vida a Michael con una vulnerabilidad que contrasta con su situación aparentemente fatal. La química entre ambos actores es, sin duda, uno de los puntos fuertes de la película, a pesar del reducido tiempo en pantalla que comparten.

El guion, aunque no particularmente original en términos de ideas, consigue mantener el interés del espectador gracias a su estructura de "caza" y a la constante amenaza que se cierne sobre los personajes. La trama, centrada en la búsqueda de un artefacto peligroso y la amenaza de la creación de nuevas criaturas híbridas, es sencilla pero efectiva. Si bien la exposición de la mitología vampírica es limitada, la película establece un universo interno coherente, con reglas claras sobre la naturaleza de los vampiros, su hagiología y su odio ancestral hacia los hombres-lobo. Lo que funciona mejor es el concepto de la "Sangre Oscura", el misterioso artefacto que impulsa la creación de estas nuevas criaturas, dejando la puerta abierta a futuras entregas. El ritmo narrativo es agresivo, con escenas de acción estilizadas y coreografías de lucha impresionantes, que se combinan a la perfección con la atmósfera gótica y oscura que la película busca crear.

Sin embargo, la película no está exenta de fallos. Algunas decisiones argumentales son cuestionables, y la resolución final, aunque satisfactoria para algunos, puede parecer algo abrupta. Además, el enfoque en la acción a menudo eclipsa el desarrollo de personajes y la profundidad temática. A pesar de ello, “Underworld” se distingue por su estilo visual, sus actores y su capacidad para evocar el ambiente de un mundo nocturno y peligroso. Es un espectáculo que, más allá de su valor narrativo, ofrece una experiencia cinematográfica singular y con un estilo propio, consolidándose como una referencia del cine de terror de la época.

Nota: 7/10