Único disparo (2013)

“Único disparo” no es un thriller puro y duro, ni una película de acción explosiva, aunque la tensión se construye a un ritmo que puede frustrar a algunos espectadores. Más que una película sobre un crimen, es un estudio psicológico sobre la culpa, el miedo y la supervivencia. Dirigida con un control preciso por Marcos Martín, la película se centra en la transformación de John Moon, interpretado magistralmente por Javier Reyna, un hombre cuya vida se desmorona en un instante, lo que lo lleva a una espiral de paranoia y evasión.

Reyna ofrece una actuación soberana. Su John Moon no es un héroe redimible, sino un hombre roto, con una profunda sombra en su alma. La expresión en su rostro, la forma en que mueve sus ojos, la lentitud con la que se mueve… todo transmite una sensación palpable de terror y desesperación. Es un trabajo silencioso, casi minimalista, pero enormemente efectivo. La química con Marta Sanz, que interpreta a la detective Inés Suárez, se siente natural y llena el espacio entre los diálogos con una tensión contenida que es casi física. Sanz, por su parte, ofrece una interpretación sólida, aunque a veces se le permite tener menos margen para el desarrollo del personaje.

El guion, aunque a veces se prolonga excesivamente en la construcción de la paranoia de John Moon, es inteligente. Evita caer en clichés del género y se centra en el impacto emocional del accidente. La película no ofrece explicaciones fáciles; no se detiene en el pasado de John Moon, ni en los motivos de los criminales, y eso, en última instancia, es una fortaleza. La atmósfera, densa y opresiva, se consigue a través de una fotografía cuidada que utiliza el paisaje rural como un reflejo del estado mental del protagonista: vasto, solitario y amenazante. Los exteriores, con un uso frecuente de la niebla y la lluvia, son especialmente impactantes y contribuyen a generar una sensación constante de peligro inminente.

Sin embargo, la película no está exenta de defectos. Algunos momentos de diálogo se sienten forzados, y la trama, aunque intrigante, desarrolla un ritmo que puede resultar pausado para aquellos que buscan acción desenfrenada. La justificación de la persecución, aunque comprensible, podría haber sido más clara. No obstante, “Único disparo” es una película que se queda en la memoria por su atmósfera inquietante, su fuerte interpretación de Javier Reyna y su capacidad para generar tensión sin recurrir a los recursos más convencionales. Es una experiencia cinematográfica que invita a la reflexión sobre la naturaleza humana y las consecuencias de nuestros actos.

Nota: 7/10