“Until September” no es una comedia romántica explosiva, ni una profecía del amor verdadero. Es, en su lugar, un estudio sutil y melancólico sobre el deseo, la soledad y la búsqueda de conexión en un entorno paradisíaco como París. La película, dirigida por François Ozon, logra una atmósfera onírica y contemplativa que, aunque no es del gusto de todos, cautiva por su delicadeza y su capacidad para evocar la incomodidad de las pasiones fugaces.
El guion, a cargo de Sylvie/Émilie Lelouche, se centra en el contraste entre la aparente despreocupación de Mo (Radmilla Hüsken) y la quietud perturbadora de Xavier (Louis Garrel). El personaje de Mo, una guía turística americana con una visión pragmática del mundo, se enfrenta a una situación inesperada que le obliga a confrontar sus propios deseos. Hüsken ofrece una interpretación brillante, mostrando la evolución de Mo de la curiosidad inicial a la aceptación, y quizás, a la resignación. La actuación de Garrel, por su parte, es hipnótica en su sutileza. No recurre a la grandilocuencia, sino a una mirada intensa y un lenguaje corporal que transmiten la tormenta interior de un hombre atrapado en su propia obsesión. Su Xavier es un enigma, un hombre de clase alta con una vida aparentemente perfecta que se ve desmoronado por la aparición de Mo.
La dirección de Ozon es magistral en su uso de la luz y la sombra, creando un ambiente parisino evocador que se convierte en un personaje más. Las escenas en Montmartre, en los cafés y en los paseos por las calles empedradas adquieren una belleza casi irreal. Sin embargo, la película no se limita a la estética. Ozon se permite momentos de distanciamiento, de silencios incómodos, que reflejan la fragilidad de la relación entre Mo y Xavier. No intenta justificar su conexión; simplemente la presenta como un hecho, dejando al espectador con la tarea de interpretar las motivaciones de los personajes.
La película no ofrece respuestas fáciles. La relación entre Mo y Xavier es ambigua, una pasion de conveniencia alimentada por la soledad y el deseo. Ozon evita la sentimentalidad gratuita, optando por un retrato realista y a la vez poético de las emociones humanas. Es una exploración de lo efímero, de la belleza que se encuentra en los encuentros inesperados, incluso si estos son fugaces. El final, deliberadamente abierto, contribuye a esta sensación de incompletud, sugiriendo que el verdadero significado reside en el viaje, en el despertar, y no en el destino final.
Aunque la trama principal puede resultar lenta para algunos, "Until September" recompensa la paciencia del espectador con una experiencia cinematográfica rica en matices y en la capacidad de evocar emociones sutiles. Es una película que permanece en la mente mucho después de que los créditos finales han comenzado a rodar.
Nota: 7.5/10