U.S. Marshals (1998)

“U.S. Marshals” (1987) es un ejemplo perfecto de cine de acción pulp, una película que no busca la profundidad ni la reflexión, sino que se entrega de lleno al espectáculo y al entretenimiento, y en ese sentido, cumple con creces sus objetivos. La película, dirigida por James Glickenhaus, es una carta de amor al género del thriller de persecución, una suerte de homenaje a clásicos como “El Doctor Kimble” o “El Cuervo”, aunque con un toque más moderno y un ritmo frenético.

La premisa, como se ha mencionado, es bastante sencilla: un hombre acusado de asesinato huye en un avión y se encuentra con la implacable persecución del agente Samuel Gerard, interpretado por Gene Hackman. Hackman aporta a la película una presencia imponente y una autoridad natural que le permiten, sin necesidad de diálogos elaborados, transmitir la intensidad de su búsqueda. Su personaje no es un héroe redimido, sino un hombre curtido por la experiencia, marcado por un caso pasadizo que lo persigue, y esa oscuridad interna le da un peso considerable a su personaje. La dirección de Glickenhaus, a pesar de la habitual apuesta por la acción explosiva, logra mantener una cierta tensión visual y, en ciertos momentos, incluso un toque de melancolía en el rostro de Hackman. La película no rehuye los clichés del género, pero los utiliza con una precisión quirúrgica, creando momentos de suspense genuino y acción coreografiada que resultan sorprendentemente entretenidas.

El guion, adaptado de un tratamiento de Rod Goldman y Richard Boltz, se centra en la persecución, omitiendo un desarrollo profundo de la psicología de los personajes. Si bien esto podría ser visto como una debilidad, en realidad contribuye a la dinámica de la película: la trama se desenvuelve casi exclusivamente a través del juego del gato y el ratón entre Sheridan (Kevin Kline, en un papel que le sienta como anillo al dedo) y Gerard. Sin embargo, la película se vale de diálogos ingeniosos y de situaciones sorprendentes para mantener el interés del espectador. El ritmo es implacable, impulsado por secuencias de persecución intensas y efectivas, utilizando la planificación y la puesta en escena para maximizar el impacto visual de cada acción. La banda sonora, aunque no es particularmente memorable, complementa perfectamente la atmósfera de adrenalina.

La acción, obviamente, es el punto fuerte de la película. Las persecuciones en coche, a pie, incluso en avión, son espectaculares y bien coreografiadas. El trabajo de los efectos especiales, considerando la fecha de estreno, es bastante decente y contribuye a la sensación de realismo de las escenas de acción. La fotografía, por su parte, es funcional, aunque no destaca por su belleza visual. Se prioriza la claridad y la eficacia para mostrar las persecuciones en detalle. No obstante, es importante reconocer que, con el paso del tiempo, algunos aspectos técnicos pueden parecer algo datados, pero la energía y el dinamismo de la película perduran.

En definitiva, “U.S. Marshals” es una película de acción pulcra, entretenida y con un buen protagonista en Gene Hackman. No es una obra maestra, pero ofrece un buen rato de cine puro y duro. Si buscas una película para desconectar y disfrutar de una persecución emocionante, esta cumple con creces.

Nota: 7/10