“V de Víctor” no es una película que busca redefinir el género del drama deportivo, pero sí logra ofrecer una experiencia emocionalmente resonante y sorprendentemente sutil. La historia, basada en la verdadera historia de Víctor Ferrer, nos presenta a un hombre en la mediana edad, Michael Williams, aferrado a un pasado de gloria deportiva que ya no existe. Su retirada del boxeo, marcada por una lesión devastadora, lo ha sumido en un estado de melancolía y desilusión, una existencia vacía que se ve repentinamente amenazada por el regreso de su antiguo rival, Danny "El Devil" Velázquez, ahora en el apogeo de su carrera. La premisa, al principio, parece un cliché: el héroe en declive que busca redención. Sin embargo, la película se abre paso por encima de esta fórmula predecible gracias a la dirección magistral de James Gray, quien logra un equilibrio perfecto entre el drama personal y la tensión competitiva.
Gray, conocido por su estilo contemplativo y su capacidad para retratar la introspección de sus personajes, evita los grandilocuentes momentos de acción que podrían haber restado valor a la historia. En su lugar, se centra en la evolución de Michael, mostrando cómo la llegada de su hija, Chloe, y la reaparición de su viejo amigo, el entrenador Pete, actúan como catalizadores para un proceso de autodescubrimiento. La película no glorifica el deporte, sino que lo presenta como una ventana a la vulnerabilidad humana. El ring, en este contexto, se convierte en un microcosmos de la vida, donde los errores, las derrotas y las esperanzas se enfrentan de manera palpable. La banda sonora, cuidadosamente seleccionada por Trent Reznor y Atticus Ross, refuerza esta atmósfera melancólica y reflexiva.
Las actuaciones son impecables. Oscar Isaac ofrece una interpretación excepcionalmente matizada de Michael Williams, transmitiendo con sutileza su dolor, su frustración y su creciente deseo de redención. No se trata de un hombre que busca la venganza, sino de un individuo que, tras años de silencio y olvido, lucha por reconectar con su hijo y con sí mismo. Benicio del Toro, como Pete, aporta una presencia imponente y sabia, actuando como un mentor que no juzga, sino que ayuda a Michael a ver el mundo desde una perspectiva diferente. Ana de Armas, en su breve pero impactante aparición, es simplemente cautivadora, aportando una vitalidad y un brillo a la historia.
El guion, escrito por Gray y Scott Neustadter, se beneficia de la economía narrativa. Evita recargar la trama con detalles innecesarios, centrándose en los momentos clave que impulsan el desarrollo del personaje. Si bien la película podría haber explorado con mayor profundidad la dinámica familiar, la sencillez del enfoque contribuye a la honestidad emocional de la historia. La película no ofrece respuestas fáciles ni soluciones milagrosas, sino que simplemente observa cómo la vida sigue su curso, incluso después de una retirada abrupta. En definitiva, “V de Víctor” es una película que te deja pensando, no por sus espectaculares escenas de boxeo, sino por su sincera y conmovedora exploración de la pérdida, la aceptación y la búsqueda de significado en la vida.
Nota: 8/10