“Vaiana 2: Olas de la Selva” se presenta como un ejercicio de nostalgia visual y musical, una continuación a la aclamada primera entrega de Disney, pero que, en última instancia, se siente menos ambiciosa y más repetitiva. La película regresa a los mares con Vaiana (Auli'i Cravalho) y sus amigos, esta vez enfrentándose a una amenaza ancestral que se revela a través de una serie de sueños inquietantes y visiones. La premisa, de nuevo centrada en la importancia de equilibrar el mundo mortal y el mundo de los espíritus, es intrigante, pero la ejecución no alcanza la profundidad que se esperaría después de un comienzo tan prometedor.
Visualmente, la película es impecable. El equipo técnico ha logrado recrear el mundo submarino de Disney de una manera que es tanto exuberante como aterradora. Los efectos especiales son impresionantes, con criaturas marinas fantásticas y paisajes subacuáticos de una belleza casi irreal. La dirección de arte es especialmente destacable, con una atención meticulosa al detalle en la vestimenta, la arquitectura y la iconografía polinesia. Sin embargo, esta belleza visual a veces se siente vacía, un simple despliegue de efectos especiales sin una narrativa verdaderamente arraigada en la cultura y el folclore.
Auli'i Cravalho vuelve a dar vida a Vaiana, demostrando su versatilidad como actriz. Su interpretación es equilibrada, transmitiendo la determinación y la vulnerabilidad de la protagonista. La película le ofrece más oportunidades para explorar la complejidad emocional de Vaiana, mostrando sus dudas y sus miedos al asumir la responsabilidad de sus antepasados. Sin embargo, el reparto de apoyo, incluyendo el hermano de Vaiana, Tui (Daniel Durant), y Kopa (Troy Koster), no consigue desarrollar personajes tan profundos como en la primera entrega. Sus motivaciones son a menudo poco claras y sus interacciones con Vaiana carecen de la chispa y la química que hicieron tan atractivos a los personajes de la película original.
El guion es donde “Vaiana 2” realmente flaquea. Aunque la historia presenta elementos de aventura y suspense, la trama es, en general, predecible y carente de giros inesperados. El ritmo es irregular, con momentos de acción frenética intercalados con escenas de diálogo que a menudo se sienten forzadas. El tema central – la conexión entre el pasado y el presente, y la necesidad de honrar las tradiciones – se explora superficialmente, y el mensaje, aunque bienintencionado, no es tan resonante como en la primera película. Se siente como si el guion se hubiera basado demasiado en ideas preexistentes, en lugar de desarrollar nuevas y originales.
La banda sonora, compuesta por Opetaia Foa'i y Mark Mancina, es una joya, combinando elementos de la música tradicional polinesia con arreglos orquestales modernos. Las canciones son memorables y conmovedoras, y contribuyen significativamente al ambiente emocional de la película. Sin embargo, incluso la música no es suficiente para compensar las debilidades del guion.
Nota: 6/10