Valerian y la ciudad de los mil planetas (2017)

“Valerian y la ciudad de los mil planetas” es un espectáculo visual deslumbrante, pero, lamentablemente, una decepción narrativa que deja un sabor agridulce. La película, dirigida por Luc Besson, es una experiencia cinematográfica que se disfruta en gran medida a nivel sensorial, ofreciendo un universo de producción extraordinariamente ambicioso y rico en detalles. Sin embargo, la ejecución, y especialmente el guion, resulta desigual, lo que impide que la película alcance su máximo potencial.

La dirección de Besson es innegablemente evidente. La creación de Alpha es una maravilla. La ciudad, con sus mil planetas conviviendo en armonía (a veces), sus arquitecturas extravagantes y su vibrante diversidad cultural, se siente como una entidad viva, un organismo complejo y fascinante. Las secuencias de acción son espectaculares, elaboradas con una coreografía impresionante y efectos visuales de vanguardia. Las escenas de vuelo, las persecuciones a través de paisajes alienígenas y los enfrentamientos con los enemigos se filman con una creatividad y dinamismo notables. No obstante, esta abundancia de elementos visuales, a pesar de su belleza, a menudo no están respaldados por una historia que tenga la profundidad necesaria para justificarla.

Las actuaciones son correctas, pero carecen de la chispa necesaria para llevar los personajes al siguiente nivel. Cara Delevingne, como Valerian, entrega un papel frío y distante que, aunque atractivo visualmente, le resta la capacidad de conectar emocionalmente con el espectador. Dane De Shaira, como Laureline, ofrece una interpretación más cálida y dinámica, pero su personaje se ve sobrecargado por el peso de las expectativas y la necesidad de ser un “haz de luz” constante para la trama. Gary Oldman, con su breve pero impactante aparición, aporta un toque de sofisticación y experiencia al papel de un antiguo mentor, pero su tiempo en pantalla es demasiado limitado.

El guion, sin duda, es el principal punto débil de la película. La historia, aunque prometedora en su premisa, se complica innecesariamente con subtramas redundantes, diálogos poco inspirados y personajes secundarios cuya motivación es confusa. La película se pierde en un mar de clichés de la ciencia ficción y las fórmulas del “heroic fantasy” sin aportar nada particularmente original ni significativo. El ritmo es irregular, alternando momentos de acción frenética con largos periodos de diálogo expositivo que ralentizan la trama. La construcción del mundo, aunque visualmente impresionante, parece existir más para decorar que para servir a la narrativa. Se siente como si Besson hubiera acumulado demasiadas ideas y elementos visuales sin encontrar una manera coherente de integrarlos en una historia convincente.

En definitiva, "Valerian y la ciudad de los mil planetas" es un festín para los ojos, pero una decepción para la mente. Si buscas un espectáculo visual y una aventura espacial llena de acción, esta película te satisfará. Sin embargo, si esperas una narrativa profunda, un desarrollo de personajes convincente o una historia original, te quedarás con la sensación de que se ha desperdiciado un gran potencial.

Nota: 6/10