“Valhalla” es una incursión visualmente impactante en el universo nórdico, pero que, a pesar de su ambición, se queda a medio camino entre el espectáculo y la profundidad narrativa. La película, dirigida por Marius von Horn, se presenta como una aventura épica, y en ese sentido, cumple con creces, ofreciendo un despliegue de efectos especiales y una coreografía de escenas de batalla que son, en su mayoría, impresionantes. Sin embargo, la dirección, aunque competente, carece de la sutileza y la innovación necesarias para convertirla en una experiencia verdaderamente memorable. Se ve que el director se enfoca más en la escala de la batalla que en la exploración emocional de sus personajes.
El núcleo de la película reside en la relación entre Røskva y Tjalfe, dos niños vikingos que se ven catapultados al conflicto entre los dioses y los Jotnar. Las actuaciones de los jóvenes actores, especialmente de los que interpretan a estos dos personajes, son genuinas y convincentes. Logran transmitir la inocencia, el miedo y la valentía que se esperaría de niños enfrentados a una situación tan extraordinaria. No obstante, la película no profundiza lo suficiente en su desarrollo individual. Se nos presenta a estos niños como figuras de acción, pero no se les da la oportunidad de desarrollar un arco de personaje significativo. Sus motivaciones, aunque comprensibles, no explotan completamente su potencial.
El guion, escrito por el mismo equipo, es donde la película se revela más problemática. Si bien la trama principal, el enfrentamiento a Ragnarok y la amenaza de Fenrir, es lógicamente sólida, la ejecución carece de complejidad. El diálogo es a menudo expositivo, más centrado en la descripción de la situación que en la construcción de la atmósfera o el desarrollo de las relaciones entre los personajes. La película recurre a clichés del género de fantasía y aventura, presentando situaciones predecibles y resoluciones convenientes. La dinámica entre Thor y Loki, aunque entretenida, también se siente superficial, carente de la tensión dramática que podría haber elevado la historia.
Afortunadamente, la película se beneficia de un diseño de producción impecable y de efectos especiales de vanguardia. Los escenarios de Valhalla son majestuosos y creíbles, y las secuencias de batalla, con la presencia de Fenrir, son espectaculares y, a veces, incluso aterradoras. La banda sonora, compuesta por Ólafur Arnalds, complementa a la perfección las imágenes, creando una atmósfera épica y evocadora. Sin embargo, incluso la grandiosidad visual no puede compensar las deficiencias del guion. La película intenta abarcar demasiado, intentando ser una película para toda la familia que a la vez sea una epopeya para adultos, y en el proceso, termina siendo un tanto desequilibrada.
En definitiva, “Valhalla” es una película visualmente impresionante, con actuaciones prometedoras y una buena banda sonora. Pero, al final, se queda corta por falta de originalidad en el guion y por una dirección que, si bien es competente, carece de la audacia necesaria para transformar la historia en algo realmente especial. Es un entretenimiento decente, pero no un clásico.
Nota: 6.5/10