valiente en new jersey (2017)

“Valiente en Nueva Jersey” (Jersey Boys of the Apocalypse), de Gareth Edwards, no es una película que redefine el género de la comedia de desastre, pero sí ofrece una experiencia cinematográfica sorprendentemente cautivadora. Edwards, conocido principalmente por su trabajo en el mundo de los efectos visuales en películas como “El Origen” y “Godzilla”, demuestra una habilidad considerable para transformar un evento histórico relativamente poco conocido – la noche de la guerra de los mundos en 1938 – en una comedia doméstica con una gran dosis de humor y un toque de melancolía. El film no busca recrear meticulosamente la noche de la radio, sino más bien centrarse en el impacto de la noticia en una pequeña y un poco peculiar comunidad del norte de Nueva Jersey.

La dirección de Edwards es impecable. Logra crear una atmósfera de autenticidad y nerviosismo palpable. La película no se basa en el pánico generalizado, sino en el constreñimiento social y la búsqueda de sentido que genera una situación tan absurda. La cámara se mueve con una naturalidad que permite al espectador sumergirse en la vida cotidiana de los personajes, observando sus reacciones y desarrollando una empatía real. Edwards aprovecha la iluminación y el sonido para intensificar la sensación de tensión, creando momentos que son tanto cómicos como inquietantes. El uso de la radio como un elemento central es brillante, no solo como fuente de la amenaza, sino también como un símbolo de la conexión y el aislamiento de la comunidad.

El reparto, liderado por Stephen Schneider como el neurótico y obsesivo Walter, ofrece actuaciones excepcionales. Schneider, en un papel que exige una gran dosis de vulnerabilidad y paranoia, es el corazón de la película. Sus compañeros de reparto – incluidos la pragmática mayor de la familia, la esposa y los hijos – aportan matices y momentos cómicos que complementan la narrativa. La comedia está bien calibrada, evitando caer en estereotipos y ofreciendo diálogos ingeniosos y significativos. Se trata de una película que se ríe de la propia desesperación, mostrando la capacidad del ser humano para encontrar humor incluso en las situaciones más dramáticas.

Sin embargo, el guion, aunque sólido y entretenido, no siempre alcanza la complejidad que podría haber tenido. Hay algunas subtramas que se desarrollan con poca profundidad, y algunos personajes secundarios quedan un poco definidos. El ritmo, a pesar de ser generalmente fluido, experimenta algunos momentos de lentitud que podrían haber sido aprovechados para explorar mejor las dinámicas familiares. No obstante, estos pequeños defectos no empañan la experiencia general, que sigue siendo una comedia inteligente y refrescante. La película no busca la grandilocuencia ni la trascendencia, sino que se centra en la belleza de los detalles, en las pequeñas historias que conforman la vida de un pueblo, y en la importancia de la comunidad, incluso en los momentos más absurdos. Es una película que invita a la reflexión sobre la manera en que percibimos la realidad y el poder de la imaginación.

Nota: 7/10