Valkiria (2008)

“Valkiria” no es la película de la Segunda Guerra Mundial que muchos esperaban. Dirigida por Ridley Scott, esta producción intenta, y en muchos aspectos logra, evocar la atmósfera claustrofóbica y tensa de un régimen totalitario, pero al hacerlo, se pierde en una intrincada trama que, aunque inteligente, resulta excesivamente compleja y a veces, desconectada de su núcleo emocional. La película, con Tom Cruise en el papel de Claus von Stauffenberg, se centra en el heroico intento de asesinato de Hitler a través de la Operación Valkiria, y la posterior lucha de Stauffenberg por establecer un gobierno en la sombra.

La dirección de Scott es, como siempre, impecable. El uso del blanco y negro, a menudo interrumpido por destellos de color, crea un ambiente opresivo y casi surrealista. Scott explora magistralmente la paranoia que impregnaba la Alemania nazi y la inminente amenaza de la derrota. Las escenas de planificación del complot, con Stauffenberg reunido con otros oficiales de la resistencia, son particularmente impactantes, transmitiendo la dificultad de las decisiones que deben tomar y las consecuencias que implica cada paso. La película se beneficia de su sonido envolvente, especialmente durante el momento de la explosión, donde la experiencia auditiva es visceral y realmente aterradora. Sin embargo, la densidad de la trama empieza a convertirse en un problema a medida que avanza la película.

Tom Cruise, aunque a menudo criticado por su estilo de actuación llamativo, ofrece aquí una interpretación sorprendentemente contenida y matizada de Claus von Stauffenberg. Logra transmitir la ambivalencia del personaje, su lealtad a la patria, su convicción en la necesidad de la resistencia y el peso de la responsabilidad que lleva sobre sus hombros. La química entre Cruise y Kenneth Branagh, quien interpreta al General Leyers, es excelente, contribuyendo significativamente a la credibilidad de las conversaciones y a la tensión dramática. Pero incluso las actuaciones sólidas no logran salvar al guion de algunos problemas.

El guion, escrito por Graham Moore (también autor de “El hombre que quería ser rey”), es el mayor punto débil de la película. A pesar de su ambición de explorar la complejidad de la Operación Valkiria, la película se pierde en detalles innecesarios y subtramas que, en lugar de profundizar en el drama, lo diluyen. El ritmo se vuelve frenético, con demasiadas personas involucradas y demasiados planes dentro de planes. La película se aferra a la lógica fría y a la intriga, descuidando la exploración emocional de los personajes, y, por lo tanto, de su motivación. Nos presentan un esquema de conspiración tan complejo que resulta difícil seguir la línea de cada personaje y su papel en el complot. La película parece más interesada en demostrar la intriga que rodeaba el complot, que en mostrar la humanidad de las personas que lo impulsaron.

En definitiva, “Valkiria” es un espectáculo visualmente impresionante y con actuaciones destacadas, pero un ejercicio excesivamente complejo que se aleja de su potencial dramático. La película merece el visto bueno por su estética y la actuación de Cruise, pero su guion intrincado y la falta de un enfoque claro la condenan a ser una historia interesante pero, en última instancia, decepcionante.

Nota: 6/10