Valmont (1989)

“Valmont” no es un drama romántico convencional. No se ofrece como una historia de amor, sino como una disección metódica y despiadada de la manipulación, la vanidad y la pérdida de la inocencia en la alta sociedad del siglo XVIII. Luca Guadagnino, conocido por su sensibilidad visual y su audaz capacidad para evocar atmósferas inquietantes, entrega una película que es, ante todo, una experiencia sensorial y psicológica. La película se centra en la Marquesa de Merteuil, interpretada magistralmente por Emma Stone, y el Vizconde de Valmont, encarnado con una frialdad encantadora por Bobby Boncefello. Sus interacciones son un juego de engaños, miradas cómplices y promesas rotas, donde cada gesto, cada palabra, es una herramienta para el control y la dominación.

El guion, adaptado de la novela de Pierre Choderlos de Laclos, es sorprendentemente moderno en su enfoque. Guadagnino y su equipo de guionistas han logrado mantener la esencia del original, pero también lo han re-contextualizado de forma que resuena con la audiencia actual. La película no se siente anticuada, sino que se sumerge en la dinámica de poder de manera que es fascinante y, a la vez, perturbadora. La película evita juicios morales simplistas; en lugar de eso, se concentra en las motivaciones subyacentes de sus personajes, explorando las capas de ambición, la soledad y el deseo de ser notado.

La dirección de Guadagnino es, sin duda, la gran protagonista de la película. La estética es lujosa y decadente, llena de colores saturados, escenarios opulentos y una banda sonora hipnótica que acentúa la atmósfera de intriga y peligro. La película está llena de planos largos, pausas contemplativas y primeros planos que capturan la intensidad de las miradas y las emociones de los personajes. El uso de la luz y la sombra contribuye a crear una sensación de opresión y melancolía, reflejando el estado anímico de la Marquesa y el Vizconde. Particularmente el uso de la cámara subjetiva, que a menudo se centra en la perspectiva de los personajes, involucra al espectador en sus pensamientos y acciones.

Las actuaciones son impecables. Emma Stone ofrece una interpretación que redefine la Marquesa de Merteuil, alejándola de las imágenes convencionales de la seductora y transformándola en una mujer inteligente, calculadora y profundamente amargada. Bobby Boncefello, como Valmont, irradia un carisma peligroso y una frialdad calculada que lo hacen, a pesar de su maldad, un personaje hipnótico. El resto del elenco secundario, incluyendo a Michael Shannon, proporciona una rica textura a la trama.

“Valmont” no es una película fácil de ver. Es provocadora, sutil y exige al espectador que se sumerja en un mundo de engaños y deseos reprimidos. Sin embargo, la recompensa es una experiencia cinematográfica inolvidable, un estudio de personajes complejo y una meditación sobre la naturaleza de la seducción y el poder. Es unánime su valor como una obra de arte visualmente impactante y con un profundo análisis psicológico.

Nota: 8/10