“Vampire Diary” es, en su esencia, una película que apuesta por la atmósfera y la sugerencia, buscando crear una experiencia de terror psicológico más que sustos repentinos y gore. La dirección de David Lister se nota en la meticulosa construcción de la sensación de inquietud, utilizando la luz natural, los paisajes rurales de Cornwall y la banda sonora minimalista para generar una tensión constante. Sin embargo, la película, aunque efectiva en su planteamiento, no logra alcanzar el máximo potencial debido a ciertas decisiones narrativas y un ritmo que, en ocasiones, se estanca. Lister logra evocar una sensación de melancolía y misterio, pero a veces sacrifica la claridad en la trama, dejando al espectador con más preguntas que respuestas.
Anna Walton, en el papel de Vicki, es indiscutiblemente la joya de la corona. Su interpretación es sutil y compleja, transmitiendo una profunda tristeza y un aura de vulnerabilidad que te atrapa desde el primer momento. No se trata de una vampiresa típica, gótica y amenazante. Vicki es una figura trágica, atormentada por su existencia y desolada por su condición. Walton consigue que el público empatice con ella, incluso cuando sus acciones son cuestionables. Jamie Thomas King, en el papel de Holly, ofrece una actuación competente, pero su personaje, aunque fundamental para la trama, carece de la profundidad emocional que podría haberle dado mayor peso. Su evolución a lo largo de la película es un poco plana y su motivación, a veces, no está del todo clara.
El guion, escrito por Lister y Kate Sissons, se basa en una leyenda urbana que, a pesar de su potencial, se siente un poco superficial. La historia se centra en la relación entre Holly y Vicki, explorando las consecuencias de un secreto ancestral y el peligro que conlleva la verdad. La atmósfera de Cornwall sirve de muy bien para el ambientaje, pero el desarrollo de la trama se centra más en las sospechas y el misterio que rodea a Vicki, dejando algunos elementos importantes poco desarrollados. La película se beneficia de un guion que no se toma atajos fáciles, jugando con la ambigüedad y la incertidumbre, lo que, en cierto sentido, es refrescante, pero a la vez, podría haber sido mejor pulido para dar mayor coherencia a la historia. La introducción del personaje de Kate Sissons, aunque necesario para la trama, se siente un poco forzada y su papel podría haber sido más integrado de manera orgánica.
En definitiva, “Vampire Diary” es una película que, aunque no sea un clásico del terror, ofrece un entretenimiento decente para aquellos que disfrutan de las historias de misterio con toques góticos y un enfoque en la psicología de los personajes. No es una obra maestra, pero tiene momentos de gran tensión y la actuación de Anna Walton merece ser resaltada. Se recomienda, sobre todo, a los fans del género que buscan algo diferente a los típicos slashers.
Nota: 6/10