Vampiresas 1933 (1933)

“Vampiresas 1933”, una joya olvidada de la Warner Bros., es mucho más que un simple musical de la época de la Gran Depresión. La película, ahora en restauración digital, se erige como un testamento a la habilidad de Busby Berkeley para crear espectáculos visuales memorables, y aunque no alcanza la grandilocuencia de “Top Hat” o “Swing Time”, ofrece una experiencia cinematográfica rica y satisfactoria, especialmente para los amantes de la estética de los musicales de Hollywood clásicos.

La dirección de William Stromberg es modesta pero efectiva. No busca subvertir el género, sino que se mantiene fiel a sus raíces musicales y dramáticas. Si bien la trama es previsible – el joven artista rebelde que desafía a sus padres para alcanzar su sueño de amor – Stromberg logra crear un ambiente palpable de tensión familiar y una atmósfera de optimismo, incluso en medio de la crisis económica. La película no intenta explorar las profundidades psicológicas de sus personajes, pero se centra en la belleza del baile, la música y la promesa de un futuro mejor.

La actuación de Dick Powell como Joe Bradley es sólida y convincente. Powell, en su juventud, captura con maestría la determinación, la sensibilidad y la inocencia del personaje. Ruby Keeler, por su parte, brilla con su energía y gracia en cada número musical. Su química con Powell es palpable y contribuye significativamente al atractivo emocional de la película. El elenco de apoyo, incluyendo a Edward Everett Horton, ofrece momentos cómicos agradables que alivian el drama romántico. Horton, en particular, aporta un toque de humor característico y familiar que se integra perfectamente en el tono general de la película.

Sin embargo, el verdadero corazón de “Vampiresas 1933” reside en la coreografía de Busby Berkeley. Sus diseños de números musicales son absolutamente deslumbrantes, con movimientos innovadores, arreglos visuales complejos y una cuidadosa atención al detalle. Los números, que exploran temas de amor, libertad y la lucha contra la opresión, son visualmente impactantes y musicalmente memorables. Berkeley, un maestro de la sincronización y el movimiento, crea una experiencia teatral que transciende lo que vemos en la pantalla. A pesar de que algunos de los números pueden parecer un poco sobrecargados visualmente para los estándares modernos, su impacto y originalidad en su momento fueron innegables.

La banda sonora, compuesta por Ralph M. Rosenblatt, es igualmente impresionante, combinando melodías pegadizas con arreglos orquestales exuberantes. La música, cuidadosamente seleccionada y ejecutada, refuerza las emociones de la historia y eleva los números musicales a un nivel superior. Aunque el guion podría considerarse algo plano y convencional, la combinación de la dirección de Berkeley, las actuaciones y la música compensan ampliamente cualquier debilidad narrativa. “Vampiresas 1933” es un testamento a la magia de los musicales de Hollywood y un imprescindible para los fans del género.

Nota: 8/10