“Vampiros del espacio” (Space Vampires) no es, en absoluto, la joya de la corona del cine de terror espacial, pero tampoco es un completo desastre. La película, producida en 1992, se erige como una curiosidad, un ejercicio de estilo visual y de un tono decididamente operístico que, a pesar de sus evidentes limitaciones, posee un cierto encanto que, en el panorama actual, es relativamente raro. La película, en esencia, narra la desolación de un planeta, Davanna, al borde de la extinción debido a la escasa disponibilidad de sangre. Los davannianos, seres de una extraña belleza etérea, recurren a la práctica de “romper la piel” de los humanos para sobrevivir, generando una tensión palpable entre la necesidad y la moralidad.
La dirección de George Hilton, conocido por su trabajo en el cine de espías, se aleja notablemente de sus roles habituales. Su enfoque se centra en la atmósfera, en la creación de un mundo visualmente rico y perturbador. Las escenas nocturnas, en particular, son impresionantes, con la utilización de luces y sombras que evocan una sensación de horror gótico y de melancolía cósmica. Se nota un interés en la estética, una búsqueda de una belleza inquietante que, aunque a veces excesiva, es innegablemente efectiva. Hilton domina la escala de la producción y crea una sensación de inmensidad, de una amenaza incomprensible que se cierne sobre los protagonistas.
El reparto está encabezado por la figura carismática de Sharon Stone, quien interpreta a la enfermera Luna. Stone, con su presencia magnética y una actuación sorprendentemente contenida, ofrece una interpretación sutil pero poderosa. Su Luna no es una heroína convencional, sino una mujer atormentada por su pasado y confrontada con decisiones horribles. El resto del elenco, compuesto por rostros reconocibles pero con roles secundarios, contribuye a la ambientación. Sin embargo, la profundidad de los personajes es limitada, un factor que, inevitablemente, perjudica el impacto emocional de la historia.
El guion, escrito por Steve Deutsch, es quizás el punto más débil de la película. Si bien la premisa inicial es interesante, la narrativa se adhiere a clichés del género. La resolución, a pesar de algunos momentos sorprendentes, es algo abrupta y carente de la complejidad que se podría haber esperado. El ritmo es desigual, con escenas de acción interrumpidas por diálogos expositivos y descripciones excesivas. A pesar de ello, hay toques de inteligencia en algunos diálogos y una reflexión subyacente sobre la naturaleza de la humanidad, el deseo y la supervivencia. La película, al final, no ofrece respuestas fáciles, sino más bien preguntas inquietantes sobre la línea entre lo moral y lo necesario.
En definitiva, “Vampiros del espacio” es una película que compensa sus deficiencias narrativas con una atmósfera envolvente y un diseño visual distintivo. Es un filme que merece ser visto por aquellos que aprecien el cine de terror con una estética particular y que no esperen una historia compleja. Es, en esencia, una experiencia cinematográfica visualmente estimulante y, a su manera, perturbadora.
Nota: 6/10