Van Helsing (2004)

“Van Helsing” (2004) es una película que, a pesar de sus ambiciones y su considerable presupuesto, termina siendo un ejercicio de torpeza y nostalgia descarada, una curiosidad cinematográfica más que una joya cinematográfica. Dirigida por Peter Fitzwilliam, la película busca reinterpretar el mito de Van Helsing, el famoso cazador de monstruos creado por Bram Stoker, pero lo logra con un resultado que resulta decepcionante en muchos aspectos.

El guion, concebido inicialmente como una saga de múltiples entregas, se encuentra terriblemente comprometido. La trama se centra en Van Helsing (interpretado por Russell Crowe) mientras viaja por Europa, persiguiendo a criaturas legendarias. El ritmo es irregular, alternando momentos de acción torpe y CGI descarado con escenas de diálogo poco convincentes. La historia, desprovista de la tensión y el misterio que caracterizaban las adaptaciones originales del mito, se siente superficial y predecible. La insistencia en la construcción de una “saga” obligatoria, en lugar de centrarse en una historia cohesionada, acaba por debilitar el impacto emocional de la película. Las referencias a la literatura de terror clásica, aunque lógicas, se sienten más como adornos que como una verdadera integración con el material fuente.

Russell Crowe, como siempre, ofrece una actuación sólida pero limitada. Su Van Helsing es un hombre de acción, un cazador pragmático, pero carece de la profundidad y el carisma que harían que su personaje fuera realmente memorable. Ethan Hawke, como el joven Dr. Klaus Richter (su asistente), aporta un toque de ingenuidad y humanidad, pero sus líneas son a menudo forzadas y poco convincentes. La película cuenta con un reparto de secundarios igualmente olvidable, con excepciones como Frank Langella, que entrega una interpretación creíble y perturbadora como el Conde Dracula. Sin embargo, su presencia no es suficiente para salvar el guion.

Visualmente, “Van Helsing” es una película que intenta imitar el estilo de las películas de aventura de Hollywood de los años 30 y 40, pero lo hace con un resultado que parece sacado de una feria de fantasía. Los efectos especiales, especialmente los utilizados para las criaturas, son de una calidad bastante inferior a la que se esperaría de una película con la escala de presupuesto que tenía. La paleta de colores, aunque rica, resulta abrumadora en ocasiones, y la dirección artística, aunque intenta evocar la atmósfera de los Cárpatos, no logra transmitir una sensación de autenticidad o peligro. La banda sonora, con piezas orquestales grandilocuentes, se siente a menudo fuera de lugar y melodramática, exacerbando las deficiencias del guion.

En definitiva, “Van Helsing” es una película que aspira a ser un espectáculo de terror de gran escala, pero que termina siendo una experiencia decepcionante. Aunque Crowe ofrece una actuación competente y el diseño de las criaturas es digno de mención, las deficiencias del guion, la dirección y los efectos especiales resultan demasiado graves para permitir que la película alcance su máximo potencial. Es una curiosidad para los fanáticos del género, pero no mucho más.

Nota: 4/10