Van Wilder 2: La rebelion de Taj (2006)

“Van Wilder 2: La rebelión de Taj” es un regreso a una era dorada del humor absurdo, una secuela que, aunque no alcanza la brillantez del original de 2002, logra evocar las mismas sensaciones de caos y desenfreno que tanto caracterizaron la primera entrega. La película, dirigida por Shailey Eusmaa y Ben Plevka, se centra en Taj, el compañero de fiestas de Van Wilder, interpretado por Aaron Taylor-Johnson, quien se traslada a Oxford para un programa de intercambio y se encuentra, inevitablemente, en el centro de una nueva ola de locura universitaria. La película, a pesar de la premisa atractiva, carece del pulso narrativo que impulsaba la comedia de la original, pero compensa con un humor más travieso y situaciones hilarantes que se basan en el choque cultural y la adaptación de Taj a la rígida atmósfera de la institución académica inglesa.

La dirección, en general, es competente, logrando capturar la energía juvenil y el espíritu festivo que se espera de una película como esta. Sin embargo, a veces se pierde en detalles visuales superfluos que no aportan al desarrollo de la trama. La película se deleita en los clichés de la vida universitaria: fiestas, tabernas universitarias, clases apestosas, etc., pero no profundiza en ninguno de ellos, prefiriendo la comedia instantánea. Se siente una cierta falta de originalidad en la puesta en escena, aunque las escenas de fiesta son considerablemente buenas y ofrecen momentos genuinamente divertidos. El contraste entre el estilo de vida relajado y hedonista de Taj y las estrictas normas de Oxford es el núcleo de la comedia, y se aprovecha bien, aunque con un ritmo desigual.

Aaron Taylor-Johnson aporta un encanto natural a su papel, mostrando la torpeza y la inocencia de un joven estadounidense que se ve abrumado por el mundo académico británico. Sin embargo, la química entre Taylor-Johnson y el resto del reparto, especialmente con la actriz que interpreta a la profesora que le gusta, no es tan fuerte como se esperaría. Se percibe una cierta superficialidad en las interacciones románticas, lo que perjudica la credibilidad de algunas de las situaciones cómicas. La banda sonora, con canciones pop de la época, funciona bien para crear el ambiente de fiesta, pero también puede resultar un poco repetitiva con el tiempo. El guion, escrito por varios autores, es donde la película más notablemente se siente débil. Si bien las escenas de comedia son divertidas, carecen de una estructura sólida y algunos diálogos se sienten forzados para generar risas.

No obstante, la película no es un desastre absoluto. El humor se mantiene en gran parte, y las interacciones de Taj con los estudiantes y profesores ingleses son, en su mayoría, entretenidas. La película se beneficia de una atmósfera general de jovialidad y de un deseo de evocar la diversión despreocupada del original. Es una secuela que, aunque no rivaliza con la original, ofrece una dosis saludable de risas y un vistazo a la vida universitaria con un toque de desenfreno. Podría considerarse como una película de ocio, un buen rato para olvidar los problemas y reírse un rato, pero no es una obra maestra cinematográfica.

Nota: 6/10