¡Vaya caos! (2008)

“¡Vaya caos!” (titled “Chaos Walking” en su versión original) no es la película que Ryan Reynolds había prometido. El actor, conocido por su habilidad para desatar el humor en comedias de acción, se encuentra aquí en un papel que exige una fragilidad emocional y una sutil vulnerabilidad que, aunque no le resta mérito, resulta algo incómoda para su habitual estampa. La película, adaptada de la novela homónima de Patrick Neale, se presenta como una distopía en la que la comunicación verbal es imposible, y los pensamientos de cada persona se manifiestan como “rumores”, una especie de telepatía pública. Este concepto, aunque potencialmente interesante, se ve atenuado por una ejecución que, en mi opinión, carece de la audacia y la originalidad que podría haberle dado verdadera fuerza.

La dirección de Daniel Parker se mantiene en un tono visualmente impecable, utilizando una paleta de colores vibrantes y paisajes desérticos para crear un ambiente alienante y opresivo. Sin embargo, la estética, aunque agradable a la vista, no logra compensar la lentitud del ritmo narrativo y la falta de dinamismo. La película se estructura en torno a la llegada de Nix (Daisy Edgar-Jones), una joven que aterriza en la ciudad de Leland con un secreto que amenaza la estabilidad del lugar. La tensión se construye lentamente, pero la película se pierde en digresiones que no avanzan la trama y que, en ocasiones, parecen meras exposiciones de información. La atmósfera, si bien contemplativa, a veces se siente estática, carente de la urgencia que se esperaría de una historia sobre el descubrimiento de la verdad y la lucha por la libertad.

Las actuaciones son sólidas, sin duda. Ryan Reynolds ofrece un retrato convincente de Frank, un hombre consumido por el control y la necesidad de mantener la apariencia de perfección. La complejidad de su personaje, su lucha interna entre el deseo de libertad y el miedo al caos, es palpable. Daisy Edgar-Jones, en el papel de Nix, aporta una frescura y una sensibilidad que contrastan con la rigidez de Leland. No obstante, el guion, adaptado de la novela, parece haber perdido parte de su riqueza y sutileza. El desarrollo de los personajes secundarios es superficial, y las motivaciones de algunos de ellos no están del todo claras. La película, al intentar abordar temas como la soledad, el trauma y la importancia de la conexión humana, termina sintiéndose algo simplificada y, en ocasiones, predecible.

A pesar de sus deficiencias, “¡Vaya caos!” no es una película que se pueda descartar por completo. La premisa es intrigante, las actuaciones son decentes y el diseño de producción es atractivo. Sin embargo, la dirección y el guion no logran transmitir plenamente el potencial de la historia. El filme presenta un intento de exploración de ideas interesantes, pero termina siendo una experiencia cinematográfica algo decepcionante. Se podría haber aprovechado mucho más la oportunidad de crear una distopía verdaderamente inquietante y reflexiva. No es una obra maestra, pero tampoco un completo fracaso. Un ejercicio interesante, en definitiva, que deja con un sabor agridulce.

Nota: 6/10