“Vaya resaca” no es una película que se olvida fácilmente. La experiencia de verla, al igual que la situación de su protagonista, Amelia, te deja con una sensación persistente, como si acabaras de despertar de un sueño particularmente agobiante. La película, dirigida con una precisión casi quirúrgica por Michael Sullivan, se centra en la implacable presión y el descenso a la desesperación de una joven periodista, que, tras una dolorosa ruptura amorosa, se encuentra en una situación inimaginable: sin recursos, sin identificación, y con la amenaza inminente de perder la oportunidad de su vida. La historia no es revolucionaria, pero la ejecución le confiere un peso y una fuerza emocional que, en el mejor de los casos, te dejan reflexionando sobre la vulnerabilidad humana.
La dirección de Sullivan se caracteriza por su contención. No recurre a melodramas baratos ni a espectáculos visuales grandilocuentes. En cambio, se enfoca en el micro-paisaje de la ciudad de Los Ángeles, convirtiendo las calles y los rincones de la metrópolis en reflejo del estado emocional de Amelia. El uso de la cámara en movimiento, a menudo en planos secuencia, intensifica la sensación de claustrofobia y la urgencia del tiempo. El ritmo de la película es deliberadamente pausado, dando pie al espectador a conectar con la protagonista y a sentir el peso de sus decisiones. Sin embargo, esta lentitud también podría percibirse como un punto débil, especialmente en la primera hora de la película, donde el desarrollo de la trama parece estancarse un poco.
El papel de Emilia Clarke, quien interpreta a Amelia, es la piedra angular de la película. Clarke ofrece una actuación impecable, transmitiendo con gran sutura la angustia, la frustración y, sobre todo, la determinación de su personaje. Su interpretación va más allá de la mera representación; se siente como si estuviera realmente atrapada en esa situación desesperada. El resto del reparto es sólido, pero la película se centra casi exclusivamente en la evolución interna de Amelia. Las actuaciones secundarias, aunque correctas, no alcanzan el mismo nivel de profundidad.
El guion, escrito por Brian Wagner, presenta un planteamiento interesante y, en cierto modo, provocador. Explora temas como la auto-suficiencia, la dependencia emocional y el precio del éxito. Sin embargo, la película no profundiza lo suficiente en estos temas. El conflicto principal se resuelve de una forma relativamente abrupta y, a pesar de la tensión constante, la historia carece de un giro argumental realmente sorprendente. Aunque la premisa es sólida, la falta de complejidad en el guion limita el impacto emocional de la película. Se podría haber beneficiado de un desarrollo más sutil de la relación de Amelia con su ex-novio, o de la exploración de las consecuencias de sus decisiones.
En definitiva, “Vaya resaca” es una película recomendable para aquellos que aprecien el cine independiente y la narrativa centrada en el personaje. No es una obra maestra, pero ofrece una experiencia cinematográfica valiosa gracias a la excelente actuación de Emilia Clarke y a la dirección precisa de Michael Sullivan. Es una película que invita a la reflexión, aunque no siempre ofrece las respuestas que uno espera.
Nota: 7/10