Ven con papá (2019)

“Ven con papá” (Coming to Terms) no es la comedia familiar explosiva que muchos esperaban, ni tampoco la tragedia devastadora que algunos temían. Es, en esencia, un drama introspectivo sobre la incomunicación, el trauma y las consecuencias insidiosas de las adicciones. Dirigida por el veterano David Gordon Green, la película se centra en la tensa y a menudo incómoda relación entre Norval (Elijah Wood) y su padre, Frank (Robert Downey Jr.), un hombre consumido por el alcoholismo y la culpa. La premisa – un hijo que decide visitar a su padre después de muchos años de silencio – es, en sí misma, un tropo cinematográfico recurrente, pero Green la explora con una honestidad y una vulnerabilidad que la elevan por encima de la simple parodia.

La dirección de Green es, como suele ser habitual en su filmografía, deliberadamente cruda y realista. No hay concesiones a la estética agradable; la cámara a menudo se acerca de forma incómoda, capturando los gestos nerviosos y las miradas huidizas de los personajes. Esto contribuye a la sensación palpable de incomodidad que impregna la película, reflejando la dificultad inherente a la comunicación entre Norval y Frank. La banda sonora, compuesta por Alexandre Erlis, es sutil pero efectiva, realzando las tensiones emocionales sin ser ostentosa. Sin embargo, a veces la cámara excesivamente observadora puede sentirse un tanto intrusiva, perdiendo el equilibrio en la presentación de ciertos momentos cruciales.

La actuación de Elijah Wood es sobresaliente. Wood logra transmitir la mezcla de esperanza, frustración y, finalmente, desesperación de Norval de una forma convincente y matizada. Es un personaje que oscila entre la necesidad de conexión y el deseo de protegerse del dolor. Robert Downey Jr., por su parte, ofrece una interpretación particularmente compleja. Se distancia considerablemente del personaje de superhéroe que lo catapultó a la fama, y su Frank es un hombre roto, consumido por la vergüenza y la autocompasión. La dinámica entre Wood y Downey Jr. es el corazón de la película, y su tensión es constantemente palpable. La química entre ambos es excepcional, y su interpretación conjunta es lo que realmente impulsa la narrativa.

El guion, aunque a veces deliberadamente lento y contemplativo, está bien construido. Evita caer en clichés y se centra en los detalles pequeños pero significativos que revelan la historia de fondo de los personajes. La película no ofrece respuestas fáciles ni soluciones simplistas; más bien, se pregunta sobre la naturaleza del perdón, la responsabilidad familiar y el impacto del trauma intergeneracional. La historia no es particularmente novedosa, pero la forma en que se cuenta y la profundidad con la que se exploran los temas son lo que la hacen memorable. La película no busca provocar risas a toda costa, sino que invita a la reflexión, aunque no siempre sea agradable.

Nota: 7/10